Serías tan amable de pegarme un tiro en la sién?

Veo la sombra,
veo la sombra de su pija, gruesa y venosa
en la pared del cuarto donde dormís con él.

Y a mí se me parte en millones de moléculas el corazón
por las imágenes pornográficas que tajean a mi desconsuelo.

Tengo su pija tatuada en el brazo, ¿entendes?
Tatuada en la frente, en la espalda, en la nuca,
Clavada en el pecho.
Es como un sable luminoso sith,
Una cuchilla de carnicero,
Un machete de campesino,
Es un saco de granizo quemándome toda la cosecha.

¿Qué fue lo que hice para terminar así? ¿Porqué me demoré tanto?
No te culpo, son las consecuencias de mis actos.

Qué puta que es la vida a veces.
Qué puta incogible enferma de sífilis y gonorrea que es la vida a veces.
¿Porque duele tanto respirar?

Estoy como un sorete atascado en la estrechez del ano
por media docena de nudos apretados en el intestino grueso.
Media docena de nudos en la garganta,
Media docena de nudos en el collar de macramé que algún día te tejí y que al rato perdiste en un río.
Y ya no me río.
Y ya no sonrío.
Y ya no sé quién soy.
Y no hay padre nuestro ni aves volando libres María,
Que rediman mis estúpidos pecados,
Y mis visibles cegueras.

Ya no hay Cristo en cuatriciclo a motor de dos tiempos
que venga de onda a escoltarme hasta el paraíso.

Ya no hay más presidentes latinoamericanos que quieran pagar mi deuda externa.
Ya no hay más gas natural comprimido que economice el costo de este interminable viaje.
Ya no hay más preservativos de vainilla que disminuyan el hedor a leche cortada.
Ya no hay más lotes libres para usurpar frente a la bahía.
Ya no hay más ascensores libres de vecinos chusmas, indiferentes y antipáticos en el edificio.
Ya no hay más hamsters haciendo girar la rueda de la alegría.
Ya no hay más paisajes donde me quiera fotografiar ni arcoíris que me surquen el rostro.
Ya no hay más nada que desee comparar.

Así es cómo aprendí que en el amor
a pesar de la experiencia
sigo siendo un boludo más.




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