"La libertad vale más que mil corbatas"

La calle para muchos es una elección y una forma de promover la inclusión.

La cultura es para el pueblo y no sólo para el que tiene plata.

La vía pública debe seguir siendo pública y no privada.

Te lo digo y te lo dibujo



Alta en el cielo

Con fuerza
en la cara
me escupieron
su tibio flan
de caca y pis
las palomas
de la plaza Rivadavia.

Si pisar un sorete de perro trae suerte,
entonces ser cagado por una paloma es una bendición.

Hoy es un buen día, pensé,
las aves me eligieron a mí.



"Fragmentos mentales de un caminante: el libro"

Toda esa ruta,
toda esa tierra compactada en la cabeza,
algo impregnó en mí.

Relatos ligeros,
personajes marginales,
naturaleza salvaje,
amor en bicicleta,
eventos bizarros,
bizarrísimos
y mucho más.

Después de amasar un año y medio estos relatos, al fin salen todos juntos, remasterizados....Libro 100% artesanal, hecho por el propio autor, no te lo pierdas, no seas gil, no seas gila!

Tapas de recicle acartonado, con diario y revista





"Que la curiosidad sea más grande que el miedo"

La playa y su basura
   

 Septiembre de 2014, llevo 31 meses en viaje, Marita 3 años y medio. Surge la idea de visitar a nuestras familias haciendo una migración aérea. Varios argentinos que habíamos cruzado en Colombia, conocían amigos que habían volado a muy bajo costo desde el aeropuerto de La Guayra hasta Ezeiza. Entonces nos motivamos mutuamente para develar el misterio.
    Ingresar a Caracas es un tremendo caos. Pues entrar a una capital a paso de pedal no es poca cosa, más si no tenes una minúscula idea acerca de la ciudad, si no tenes un mapa para orientarte, un destino fijo adonde llegar para dormir y el tránsito vehicular se encuentra atorado en todas sus gargantas.
    Se nos pasa el día entero dando vueltas entre avenidas, barrios y villas miseria, buscando algún hotel super rasca, en la zona roja de la capital. Como los hoteles económicos están destinados a la prostitución o funcionan de telo para parejas de paso, es una tarea imposible conseguir una habitación para dormir con las bicicletas dentro. Los pasillos para colmo, son más diminutos que un caño de gas. 
    Cuando la noche va entrando a las patadas con su típica oscuridad, se nos ocurre guardar las bicicletas en un centro de jubilados, para que descansen rodeadas de ancianos. Como toda gente mayor, no se hacen mucho problema por la vida. Amablemente se ofrecen a ayudarnos. Nosotros regresamos al cuarto de mejor precio. O sea, al más barato. Para descansar algunas horas y continuar al amanecer rumbo al aeropuerto del Caribe, con algunas pulgas encima.



    Una ruta desolada rodeada de viviendas a medio construir sobre las montañas, es el paisaje que va quedando atrás, una vez que desayunamos y comenzamos nuevamente a pedalear. Nos separan unos treinta kilómetros de la ciudad por una ruta donde no transita absolutamente nadie. La ruta testarudamente va en descenso, bordeada de vegetación nativa del trópico. De mi parte le daría un Oscar al director que creó semejante belleza.
    Una vez en La Guayra, almorzamos de frente al mar, despidiéndonos de las olas cálidas que tanta alegría nos habrían resguardado. Hicimos noche en una estación de Bomberos Voluntarios y al día siguiente ingresamos al aeropuerto internacional.



    Era de esperarse, que nuestros atuendos descoloridos y de otra talla, irían a constrastar abruptamente con la elegancia de los tripulantes que poblaban el nido de pájaros. Sin embargo, el problema en sí no eran las miradas despectivas, sino la inexistencia de boletos de reserva hasta para los próximos seis meses. Una aerolínea tras otra, de las pocas que viajaban al país del fútbol y la yerba mate, nos anuncian que no había posibilidad de volar hasta dentro de medio año, como mínimo. El dato me parecía un disparate y los ojitos de Mari mostraron la misma expresión que los del Gato con botas. Entonces para no defraudarla, y extirparle sin anestesia el golpe de tristeza que se le avecinaba,  inventé una historia. Enferme terminalmente a mi madre y me anuncié huérfano de padre y único hijo. Ya no éramos turistas, sino parientes en una situación de emergencia. A mi madre le restaba poco tiempo de vida, así que era preciso llegar a nuestro país natal cuanto antes. Magicamente donde no había más asientos, ni reservas, aparecen dos lugares disponibles en el próximo vuelo de Conviasa. Otro disparate. No sabía si putear a la empresa o darle un abrazo a la empleada que me atendía. Maldita burocracia. Opte pacíficamente por devolver una sonrisa.
     Teníamos tan sólo un par de horas, para vender las bicicletas y juntar el dinero que faltaba para comprar los pasajes; cambiar pesos colombianos a bolívares; improvisar la manera de cargar mi equipaje en una mochila que no poseíamos y convencer al oficial de migraciones para que me permita subir al avión con un documento de identidad donde mi rostro era una mancha borrosa de humedad. La ansiedad era más veloz que el viento, y el calor infernal no ayudaba a resolver ningún asunto. 
    Paso a paso fuimos resolviendo la contienda, al punto de envolver mis quince kilos de pertenencias dentro de una hamaca, a modo linyera. Marita al tener sus alforjas artesanales de caucho, resolvió viajar atándo con una soga todos sus bártulos. Las bicicletas fueron vendidas a precio de regalo a un oficial de aduana, y el machete y los libros, al igual que las ollas tiznadas, fueron los obsequios para las curiosos que se aglutinaban a nuestro alrededor. Y de esa forma ingresamos nuevamente al aeropuerto, enredados entre rastas y gigantezcos bultos llenos de tierra. 
    Como los pasajes no se compran al contado sino con tarjeta, nos demoramos casi una hora más intentado convencer a los ciudadanos que intentaban comprar pasajes. Finalmente la misma empleada de la aerolínea recibió el dinero de los dos pasajes ( 18000 bolívares, o sea 180 dólares, en ese momento ) y conseguimos avanzar un casillero más del interminable Ludo Matic. 
    Al estar el oficial de migraciones en una reunión importante, me dieron autorización los subalternos para volar con el documento de identidad en estado deplorable. Mi rostro era una mancha confusa de lluvia y sudor, y estaba más sucio que corazón de cenicero. 
     Con los minutos restantes, aprovechamos a llamar desde un teléfono público a la familia de Marita, para que nos busquen en las próximas ocho horas en el aeropuerto argentino, puesto que regresábamos al país sin un centavo en los bolsillos. No hubo forma de avisarle a mi familia. Y así, con una improvisación digna de un artísta que se acaba de olvidar el libreto, iríamos a regresar al territorio de la República Argentina. 

   Tan sólo dos meses más tarde de aquel magistral y mega económico regreso, nos encontraríamos con Marita pedaleando por la provincia de Buenos Aires, con rumbo al norte. Saldríamos con dos bicicletas de hierro, viejas y obsequiadas, y una paradisíaca demencia, que mirando en retrospectiva, jamás nos abandonaba.

Un recuerdo de los andes venezolanos

Cámara nueva


   

Una camarita de foto quería comprar el nene, después de haber perdido en Salta capital la que habíamos comprado en Colombia. Y si, es lindo tomar cada tanto  algún recuerdo fotográfico para no darle tanto laburo a la memoria y poder compartir además alguna imagen del mundo con la gente. Entonces era cuestión de cruzar el río Paraná, desde Posadas hasta Encarnación y pagar un tercio de lo que cuesta el mismo objeto en Argentina. Tanto en Encarnación como en Ciudad del Este, se puede comprar lo que a uno se le ocurra a muy bajo costo, y si incurre en el arte del regateo aun más.
    En esa región del río Paraná Argentina y Paraguay están conectados por el puente internacional San Roque, el cual mide dos kilómetros y medio de longitud en total, y fue construido luego de que la nación argentina inundara una gran parte del sur de Paraguay para confeccionar la represa hidroeléctrica de Yacyreta, donde se obtuvo el premio al robo más descarado de la historia del pueblo argentino. El costo total de la obra ronda en los once mil millones de dólares. Un afano insuperable, de carácter monumental. Y pensar que hay gente que quiere que le den bala a los que roban billeteras y celulares, y después cuando hay elecciones se inflan el pecho con orgullo, votando a estafadores, ladrones y carroñeros. Por favor no sólo analicen a los que delinquen con gorra y moto sino también a los profesionales que usan guantes blancos. Matar de hambre al pueblo trae como consecuencia que después la gente asesine brutalmente para saciar un vicio por desesperación. Imaginemos esos millones de dólares que se robaron algunos pocos, invertidos en educación, salud, jubilaciones y otros gastos públicos, porque ni de cerca era necesario gastar tanto dinero para realizar el eterno proyecto de Yacyretá.
    Para llegar entonces a la nación vecina de Paraguay es preciso cruzar el puente, pero al igual que muchos otros, no está permitido hacerlo pedaleando. Hay un moderno tren que viaja constantemente, yendo y viniendo de forma paralela al circuito automotor, donde además de pasajeros se pueden cargar bicicletas (en el pasillo). Entonces le dirigimos un invisible saludo al país natal e ingresamos a velocidad de locomotora al Paraguay, nación de la cual no sabíamos hasta el momento una verdadera goma.
    El centro comercial está a la vera del puente, con infinidad de locales vendiendo en su mayoría artículos electrónicos. Hay vendedores ambulantes con productos falsificados pero no en abundancia, como sucede en Ciudad del Este. Otros parados en las esquinas ofertan a los gritos objetos usados de enigmática procedencia.  
    En un comercio de esos que había, compre la cámara digital con pesos argentinos, y nos fuimos al vuelo hasta la plaza principal de la ciudad, para comenzar a hacer dinero con nuestras artesanías, para recuperar lo invertido y almorzar.
    Lo primero que me llamo la atención fue que había más de un puesto callejero alquilando equipos de mate para hacer tereré. Además de los que venden chipá o roscas de mandioca. La gente llega a la plaza alquila un termo de tres litros, elige la hierba medicinal que va a ser machacada en un mortero de madera y colocada junto a la yerba, y paga una modesta suma económica. Se acomodan en algún banquito y luego de vaciar el termo, devuelven el equipo de mate al personaje que se los alquiló. La ciudad es grande, y justamente es la capital del departamento, sin embargo los paraguayos son honestos, ya que nadie sale corriendo y cruza el río Paraná nadando para vender el termo en Argentina.
   Y así de relajados ingresamos al Paraguay, dispuestos a quedarnos allí por algún tiempo para ver que más sucedía y conocer sus formas de llevar a cabo la vida.

Todo río es una buena ducha

Puto el que Lee

  



¿Qué queremos decir cuando decimos la palabra puto?
¿Puto es lo que nos incomoda?
¿Puto es lo que nos molesta?
¿Puto es lo que no aceptamos en nuestra vida?

¿Te incomoda mi forma de decir las cosas?
En cada momento histórico las quejas se dirán de una manera distinta.
  
Puto el que lee, 
dijeron las paredes. 

Puto el que escribe, 
respondieron los que leyeron. 

Puto el que lee, 
puto el que escribe,
puto el que ama, 
puto el que abraza, 
puto soy yo, 
puto sos vos, 
putas sobran dicen los muy putos. 

Si billetera mata galán, 
entonces puto el dinero 
y putos tus valores. 

Puto el vacío, 
Puto el que vive exiliado de su corazón 
y no conoce el puto respeto. 

Ser puto es natural, 
ser puta es un orgullo. 

Puto el ciego, 
puto el paralítico, 
putos los negros, 
putos los pobres, 
putos los zurdos, 
putos los retrasados mentales, 
putos los marginados, 
putos los indios, 
putos los gitanos, 
putos los vendedores ambulantes, 
putos los hippies, 
putos los penes, 
putas las conchas, 
puto el gobierno, 
puta la burocracia,
puta la economía, 
puta la policía, 
putos los soldados, 
puta Gendarmería.

Puta la guerra, 
puta la pobreza, 
puta la desnutrición, 
putas las multinacionales, 
putos los conservadores, 
putos los senadores, 
los almorzadores 
y los diputados. 

Puta si abrís las piernas, 
hija de puta si las mantenes cerradas. 

Toda puta es un ángel caído.

Putas las que abortan,
putas las que rezan,
putas las que se liberan,
putas las que eligen,
putas las que luchan.

Puto si abrís la puerta del baño sin antes golpear.
Puto si te depilas las cejas.
Puto si te afeitas las piernas.
Puto si lloras,
puto si amas a otro hombre.
Puto si te gusta el futbol y sos de otro equipo.    

El puto es más grande que el universo. 
El puto es más diminuto que una flor de manzanilla. 
Ser puto no se quiere, 
ser puto no se busca, 
ser puto es lo mejor del mundo, 
ser puto es una maldición. 

Puto todo aquel que no entiende lo que digo, 
porque después de todo, 
TODOS somos putos y putas
bajo la concepción del otro, 
por alguna o varias razones.
    
Amate a vos mismo, 
amate a vos misma, 
y enterremos las puteadas 
en el cementerio de la apatía.

¿Qué queremos decir cuando decimos la palabra puto?
¿Puto es lo que nos incomoda?
¿Puto es lo que nos molesta?
¿Puto es lo que no aceptamos en nuestra vida?

¿Te incomoda mi forma de decir las cosas?

En cada momento histórico las quejas se dirán de una forma distinta.


(Este es el link de una grabación que me hicieron el equipo de Fluido Poético en la ciudad de Bahía Blanca)
https://www.youtube.com/watch?v=OKsdh5etCiY

                                                           
    

Dos años y con rastas - Perú - Juanjuí


"Cuando sea grande quiero ser...comerciante"


 
Venta callejera en la calle de la Estación de tren de Retiro

  Si te sentís meado por los árboles, llorado por los sauces y los genios vienen a lustrarte la lámpara. Si sentís que te irritas con facilidad y haces calentar hasta el horno; si sentís que salís sucio y pegajoso de la ducha y crees que tomar agua mineral te deshidrata. Si crees que la culpa de tu desgracia la tienen los gobernantes y los gobernados, entonces estas jodido, muy jodido.
  Miras con desprecio a los negros que venden las mismas porquerías chinas que vos vendes adentro de un local calefaccionado. Crees que son una mafia organizada, estos evasores fiscales y que están deseando derribar tu imperio. El Imperio de los que alimentan la panza de los políticos con sus elevados impuestos. Decís que sos de los buenos, e ingenuos, que quieren que funcionen las cosas rotas en este país que tiene doscientos años, y que no funciona desde exactamente la misma cantidad de años. Fraudes, corrupciones, crisis, traiciones y ajustes. Pero la culpa, la tienen los de abajo decís.

 ¿Entonces qué hacemos? me preguntas. Qué se yo, por empezar dejar de creer en algo que acá no funciona. El sueño americano es una pesadilla para el mundo entero.
  Segundo, contar pausadamente hasta diecinueve y rugir como un león sin melena, después hacer pis en un tarro de leche nido y dársela de beber a alguien que recién haya resucitado.
  Tercero, revelarte como si fueras la mejor foto. Es hora que el negativo pretenda ser positivo, que acá nadie está queriendo fumar la yerba de tu mate.
  Cuarto, dejar de pensar que el éxito se mide en billetes.
  Cinco, dejar de justificar la violencia como método de orden social. Ellos algo habrán hecho decís, y seguramente vos en la intimidad también.
  Seis, hacer ejercicio, comer sano y arrojar los vicios al tacho de los orgánicos.
  Siete, inmiscuirse entre los marginados para cambiar la perspectiva de tu realidad. Dar una mano al que la necesite, dar una pierna al que la precisa. Donar semen, sangre y sandía. Agradecer más y pedir menos.
  Ocho, recordar lo que tenemos y no lo que nos falta.
  Nueve, pensar, hablar y debatir, y luego poner el resultado en práctica.
  Diez, repetir el paso número dos.

  Si comienzas a creer que el calor del sol es una bendición, que el arte puede salvarte, que un desconocido es un potencial amigo, y que lo más importante de la vida no se escribe en una planilla ni se deposita en un banco, entonces hay una herida en vos que se está sanando. Los perros de la calle al moverte la cola te darán la razón, ellos saben que no hay gran cosa de qué preocuparse. Don´t worry, me dijo un negro, be happy.




Carpo srp ( Gualeguaychú )




La verdad del mascotismo contada por un perro

    En pocas palabras, pero a ciencia cierta, los gatos fueron salvajemente perseguidos durante el medioevo europeo, debido a su actitud desinteresada y rebelde, que justamente contrastaba con los ideales cristianos de la época, donde se pretendía obediencia y sumisión por parte de la población. Eran tiempos feudales, donde el servilismo era lo esperado de la sociedad campestre.
    Al estar el Estado y la Iglesia unidos como cachete y calzón, la decisión del Papa Gregorio IX a través de una bula fue fulminante para los pequeños felinos. Fueron perseguidos y ejecutados, por ser "la representación del mal", el disfraz de nada menos que Lucifer, entre otras cosas. Llegando a perecer en pocos años casi el total de su población.
    Tan sólo un siglo después morían a causa de la peste negra, enfermedad ocasionada por las ratas y sus respectivas pulgas, más de un tercio de la población europea. Ciertamente, los gatos eran los principales cazadores de los roedores portadores del virus, y esta fue, según ciertos bacteorólogos de la actualidad, una de las principales causas de la diseminación de la Peste Negra". Habrá católicos que digan que todo esto es un disparate, pues bien, los invito a informarse, ya que hay varios artículos interesantes que hablan del tema en internet.

Ahora a continuación, la declaración inesperada de un perro:

   "Y claro que lo sabemos. El humano se alimenta de cualquier tipo de cadáver, crudo, asado o hervido. Nosotros nos hicimos amigos de ellos por instinto de supervivencia y no por elección. Escapar al monte no nos garantizaba una buena y larga vida, porque cada día se expandía la frontera ganadera y agrícola. Entonces dentro de las arboledas de los campos hubo debates y temblorosas asambleas. Hubo discordias y peleas. Hubo rebeldes que dieron su vida por la revolución de los colmillos. Hubo sumisos, traidores y cobardes.
  Y ya han transcurrido muchos años desde aquel quiebre, en que decidimos estudiar teatro, aprender a mover la cola y buscar caricias. Aprendimos su lenguaje y agachamos la cabeza cuando fue necesario. En el trayecto perecieron los más feroces, los más agresivos y salvajes, los mejores cazadores, los que mantenían alimentada y unida a la jauría en el pasado. Fueron más aptos para la convivencia los dóciles y obedientes, me contaba mi abuelo. Entonces dejamos de ser libres, para sobrevivir siendo mascotas. 
    Los humanos han gozado del intercambio, de la servidumbre y la fidelidad. Y nosotros con el paso del tiempo y de las generaciones, hemos terminado de adormecer nuestros instintos. 
  Algunos aún aullamos durante las noches de luna llena con los ojos húmedos de niebla, rindiendo homenaje a nuestros ancestros. Otros prefieren el olvido, para entregarse a los placeres humanizados. La libertad ha quedado en el exilio. El ladrido furioso se apaga. Vida de departamento, patio o balcón, para mí no es vida. Razas de laboratorio, alimento con sabor a cartón.
  Los gatos de la noche me conocen y saben que no miento.
  Cada perro es huérfano, por decisión del humano. ¿Conoces el Síndrome de Estocolmo? ¿Acaso no creen que extrañamos a nuestros hermanos y hermanas y a nuestros padres? Sin embargo, preferimos esta oportunidad a perecer en sus platos y en sus bocas como ha sucedido con la mayoría de nuestros compañeros herbívoros; o ser ejecutados por fríos, ariscos y rebeldes como les sucedió a los felinos en la Edad Media. Algunos de ustedes, es más que evidente, son buenos con nuestra especie, y nos quieren y nosotros también los queremos. Pues como todo ser viviente, devolvemos amor a quién nos brinda amor. 
    Muchas gracias por su atención, eso es todo, me voy a dormir otra siesta, permiso".


Camping - perrera de Santa María - Catamarca

Isla Libertad


   
Foto de alguien

   Finales del verano del 2018. Mientras el sol nos tostaba como si fuéramos finas rodajas de pan lactal, el Negro Jorge me contaba el inició y su participación en el corte de ruta más prolongado de la historia de la humanidad. O así afirman los más osados.
    Ambos estábamos arriba de una escalera colocando un paño de aislación térmica en las paredes de una vivienda que pertenecía al country club de Gualeguaychú. En el patio de aquella vivienda ostentosamente aburrida de tan gris, nacía una extensa cancha de golf, donde algunos aficionados de chomba y zapatos de cuero golpeaban sus blanquecinas bolas blancas hacia hoyos ubicados sobre una alfombra de césped más verde y prolija que una mesa de billar de Las Vegas. Nosotros por nuestra propia cuenta sudábamos idénticas gotas mineralizadas del rostro, pero vestidos con ropa cansada de obrero bajo un cielo despejado de abril.
    Según afirma el Negro, el legendario corte rutero en contra de la papelera de Botnia, de capital finlandés y su inherente contaminación, nació de un mate para el otro al ser confirmado por varios vecinos la construcción de la misma sobre el río Uruguay, que divide dos naciones y dos ciudades. Argentina y Uruguay por un lado, Fray Bentos y Gualeguaychu por el otro. Entonces el cebador abandonó su oficio repentinamente y exclamó: “hay que cortar el puente, porque si no defendemos nuestro pueblo quién lo va a hacer”. Era la voz del Ruso Ibarra, aguerrido vecino, y quienes lo oyeron y lo acompañaron los treinta kilómetros hasta el puente internacional fueron tan sólo los seis amigos que lo rodeaban. El Negro se encontraba entre ellos, por supuesto, y le hizo frente a la ruta con su bicicleta aurorita de pecho al viento.
    Como no había experiencia en asunto de piquetes entre los participantes, revolearon literalmente lo que hallaron sobre el asfalto para evitar la circulación de los vehículos y hacer visibles sus demandas. Dicen que el primer auto demoró sus buenos minutos en llegar, y aún no tenían demasiado en claro que expresar y cómo hacerlo, así que una vez que el conductor estuvo bien próximo lo mandaron a fritar pasteles al pueblo, porque ahí mismo la gente estaba de protesta y nadie iba a poder cruzar al país vecino. El intruso como era de esperarse, se puso a renegar con actitud mafiosa de bulldog hasta que una misteriosa cubierta de automóvil, llego volando dibujando una parábola matemática por los aires e impacto en el parabrisas del vehículo del pobre conductor. El vidrio se astilló al instante y a éste no le quedo otra alternativa que tomarse el palo en busca de la fuerza policial.
    Entonces llegaron los móviles policiales, más vecinos, gendarmería, carpas, carteles, ollas populares, cámaras de televisión, asambleas, debates, discusiones, militantes nacionales, agrupaciones medioambientales, agrupaciones políticas, días, semanas y algunos años. Y así comenzo la lucha de un pueblo, y de una nación. Finalmente la papelera se construyó, haciendo los gobernantes la vista fina a lo económico y gorda a los futuros problemas para el medioambiente. 
    Al poco tiempo los especialistas anunciaron que el río Uruguay y sus afluentes ya estaban densamente contaminados por los desechos de la empresa. Efectos colaterales del progreso, dijeron.  
    Hay días que de tanta porquería el agua se pone fluorescente. Hay días en que la Pachamama llora desesperadamente y sus quebrados gemidos se escuchan hasta en las orillas de la Isla Libertad. Y su llanto es un aviso de emergencia que muy pocos consiguen escuchar.





La comunidad sin anillos







  

 Y claro que no había anillos, nadie tenía ni buscaba poder. Éramos varios, de varias nacionalidades, el número de integrantes con los días, al igual que el dólar en Argentina iba fluctuando. Recuerdo que una noche llegamos a ser alrededor de veinticinco personas, hasta llegamos a festejar la Navidad y dos cumpleaños. Era una comuna sin fecha de vencimiento, así como había nacido de improvisto se difuminaría en algún momento impreciso. Estábamos juntos para compartir experiencias, conocimientos, música, amores, fogones, malabares, artesanías, duchas en el mar, risas, trabajo, comida, noches, tardes y días.
    A mí me reclutaron una noche, una de esas que caminaba por la ruta sólo. Ciertamente iba sin rumbo fijo, empujando mi alma hacia el sur. Sabía que a 12 kilómetros desde donde me encontraba había un pueblo de pescadores, quizás la idea era llegar hasta allí. Sin embargo a mitad de camino una camioneta rebalsada de viajeros, se detuvo. Iban tres pueblerinos en la cabina y el resto en la caja, con bolsas y mochilas entre sus piernas. Me invitaron a subir, y acepté con alegría mi destino.
    El pueblo de San Mateo les había dado las llaves de una cabaña solitaria que se hallaba de frente al mar, para que vivan allí y den talleres de música y artesanías con materiales reciclados a los niños del pueblo de forma gratuita. Nadie había firmado un contrato, a nadie le iban a pagar un mango, pero tampoco se hablo de fecha de caducidad. Más que un trabajo era un privilegio. Eran seis al principio y conmigo ya sumábamos ocho.
    Entonces con una organización horizontal poníamos dinero para abastecernos de comida, rotábamos a los encargados de la cocina y de limpieza, y viajábamos a dedo hasta la ciudad de Manta para trabajar, cada uno en su rubro para abastecernos de agua potable y alimentos. Como dije antes, el número de integrantes iba fluctuando. A veces llegaban vecinos de visita, a veces niños, otras, pescadores con cerveza o pescados de regalo, y en ciertas oportunidades más viajeros con sus carpas y pertenencias encima.
    Así sucedieron los días y las largas noches, en esa cabaña de dos pisos de puerta siempre abierta de par en par. Gente de España, de Colombia, de Argentina, de Ecuador, de Francia. Convivencia sin roces, charlas de enciclopedia, de atlas, de personas sin fronteras ni religión. La arena era la cocina, la arena era el baño, la arena era el patio de juegos, y el living comedor. Hasta que un mediodía, al cumplirse unos treinta días de mi llegada, nos visitó el intendente del pueblo. Si bien la comuna estaba feliz de que hayamos hecho un festival artístico en la única iglesia del poblado para festejar la navidad, muchos vecinos estaban preocupados al ver que cada semana éramos más personas viviendo allí, prácticamente al aire libre. Decidieron desalojarnos antes de que se les vayan de las manos nuestras intensiones. Si bien nadie pensaba radicarse en la cabaña durante mucho tiempo más, tampoco ninguno decidía irse. Así que luego de recibir el ultimátum del funcionario público, en menos de lo que demora un helado de banana Split y chocolate suizo en la mano, abandonamos el lugar. De a grupos y sin empujar retornamos todos a la ruta, organizando festejar el año nuevo en la playa de Mompiche, para que no se acabe el carnaval.















Hipopótamo rosado de plástico

Santa Clotilde - Amazonía peruana

 "Levántense las faldas del vestido señoras, porque vamos a cruzar el infierno"

William Carlos Williams


Lamer los húmedos pliegues de tu entrepierna era más delicioso
que devorar una docena de empanadas salteñas después de una semana de ayuno.

Danzo con lobos alrededor de una fogata y te hago el amor como una hiena salvaje.
No hay sábanas mi dulce presa, que permitan ocultar tu silueta de los colmillos de mis deseos.

Besar las esponjosas nubes de tu cielo electrocuta el líquido caliente de la atmósfera
y las penas se vuelven un charco lodoso de olvido.
Tu saliva es la crema de mi café con chocolate.

Yo no sé como hiciste, pero con un avioncito de papel glasé me derribaste las dos torres gemelas.
Yo no sé como hiciste, pero disparando pétalos de dulces fragancias me aniquilaste el ejército entero.

Soy el protagonista de tu novela mexicana,
trafico ilusiones y contrabandeo caricias en tu espalda.
Permitime ser violento tan sólo un instante,
quiero golpear las inhibiciones con un fierro oxidado en la cara,
y patear con esmero la ética religiosa del sexo.

Seamos la libertad naufragando en el inagotable mar del placer,
y no busquemos las orillas,
dejemos que las olas guíen ciegamente cada movimiento, cada beso, cada succión cálida.

La verdad es que yo no estoy pensando en vos,
sabes muy bien que estoy enfermo.
Hoy me olvide de tomar la pastilla.
No, no estoy pensando en vos.
Esta noche le voy a hacer el amor a un hipopótamo rosado de plástico
en la ducha donde lavo la moral de mi consciencia.

En la imaginación no habitan las fronteras.
En la imaginación mi corazón no es de hielo.
Cuando estés dispuesta aproxímate al encuentro
que con placer te invito a romperme la escarcha.




Lanzamiento suboficial del poemario "Corazón Ortiba"

    Lanzamiento de un nuevo libro de poesía de mi autoría. Otra oportunidad para dejar de utilizar y respetar la rima y la métrica, clásicamente obligada a la fuerza por las academias a los poetas. Escribir es expresar y para eso no hay convencionalismos. Palabras vulgares, palabras sentidas, palabras pensadas, palabras sinceras. Y al que no le gusta que vaya a una biblioteca a leer "El cantar del miocid".

“77 meses viviendo de forma nómade a lo largo
de nueve naciones, algo me ha modificado.
El problema es que no sé en que sentido”.

    Se lo dedico a l@s que viven, a l@s que creen, a l@s que apoyan, a l@s que sonríen, a l@s que agradecen, a l@s que respetan, a l@s genuin@s, a l@s que comparten, a todas las almas sensibles. Y en especial a mi familia, y a las chicas que colaboraron con las ilustraciones. L@s abrazo en agradecimiento.

    Se hacen envíos al interior del país.