ni vestimentas que oculten nuestro espíritu.
No hay enemigos esperando el ataque desde una trinchera,
ni dificultad que no sea superable rindiendo cuentas con el karma.
Los árboles mueren de pie y en silencio.
Los animales gimen al soltar su último aliento.
Los humanos, en su mayoría lloran y sufren antes de estirar las patas.
Cuando una vida está naciendo,
otra al instante se acaba.
Sao Francisco de Sul - BRasil |
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