Calaveras y diablitos

“Nos pintan de ladrones, maricas, faloperos y ellos sumergieron a un país entero, pues así, se roba más dinero” 
El tiempo no para
(versión argentinizada de Bersuit Vergarabat)

Exterior de la mina de Potosí


    Eduardo Galeano, ya en el año 1976 retrató de forma exhaustiva en el libro “Las venas abiertas de América Latina”, el sistema de extracción minera con la cuál pereció durante más de trescientos años el pueblo originario de Potosí y sus alrededores. Porque la riqueza mineral, el buscadísimo Dorado de los colonizadores en cierto momento fue hallado y la fiebre del oro no demoró en infectar la sangre de los recién llegados. Perecían nativos a granel trabajando de sol a sol dentro de los infinitos socavones. Según se sabe hace tiempo, fallecieron alrededor de setenta personas por día durante tres centenares de años, como parte de un mega proyecto de explotación humana para hacer migrar incalculables toneladas de plata y oro al Viejo Continente. Por más que las cifras suenen descabellas, así de insensible y egoísta puede llegar a ser el orgulloso e irracional ser humano.
    Actualmente un puñado de empresas turísticas de capital nacional se encarga de tranzar con las cooperativas mineras que aún funcionan en el Cerro rico de Potosí, para que curiosos de todo el mundo puedan ver con sus propios ojos el fúnebre sistema laboral minero. Porque si bien muchas cosas al parecer han cambiado, como el uso de cascos, la retribución de dinero a cambio del trabajo y la libre decisión personal de ingresar a la mina para moler rocas, la esperanza de vida continúa siendo penosamente baja. Además si bien la globalización ha traído la posibilidad de nuevos puestos de trabajo alternativos en la ciudad de Potosí, para muchos, sobre todo para los más pobres, trabajar en la mina continúa siendo la principal opción.
    



Se ruega ante todo a los turistas, llevar algunas ofrendas para los mineros, como botellitas de alcohol, cigarrillos, agua envasada y hojas de coca. Y una vez dentro intentar no estorbar en lo posible las actividades que están realizando los nativos, aún cuando a veces se hace una tarea imposible ya que se comparte de a momentos las mismas diminutas vías de tránsito. Fotografiar a un minero sudado con el torso desnudo mientras palea kilos de roca a un vagón que pesa alrededor de una tonelada y que jalará con tracción a sangre junto a dos individuos más, es casi lo mismo que tomarle una foto a un fantasma. Sobre todo cuando en la actualidad jubilarse de minero en Potosí a los 40 o 50 años, es sinónimo de llegar al sepulcro. Su retiro laboral no es alcanzando el ocio jubilatorio sino a la propia defunción.  Un destino totalmente cruel, sabiendo que ninguno/a de los que están leyendo estas palabras comparten el mismo destino como consecuencia de la insalubridad del labor cotidiano. Y si es así, vaya peste que estamos resultando hasta para nuestra propia especie.
    La producción minera concentraba, en 1930, el 95 % de las exportaciones bolivianas, absorbiendo mano de obra campesina que impedía el desarrollo de la agricultura y favorecía la dependencia de la importación de alimentos provenientes de los países vecinos, especialmente de la Argentina.
    Visitar los socavones de Potosí durante horas me revolvió el estómago. Me hizo ser parte de un juego que no quiero jugar. Considero que lamentablemente somos cómplices o partícipes del circuito genocida de la minería irresponsable, al ser la ciega demanda que consume los minerales que son utilizados de la extracción.
   
¿Qué sabemos sinceramente de la procedencia de cada porción de manufactura que utilizamos a diario? ¿De dónde sale el zinc de las chapas, el litio de las baterías, el cobre de los cables, el aluminio de las aberturas y puertas?
¿Y qué sabemos  del destino del planeta y sus especies llevando a cabo sistemas de vida tan corruptos y nefastos?
¿Y qué sabemos realmente cuál es el precio real de nuestras comodidades, entretenimientos y tecnologías?,
¿A dónde va el tren del progreso? ¿A dónde va el tren de la corrupción?
¿Cuál es la forma más propicia de cambiar el destino y abandonar ese vagón?



El valor del arte



¿A quién le sirve el arte? ¿Sera al público o más bien al artista?

“Despierten, y aplaudan que el payaso ya está arriba del escenario. 



Démosle una cálida bienvenida a la soberbia de su arrogancia.
Comienza la función y el artista hablara de sí mismo,
reirá con sus propios chistes,
nos contara su percepción del mundo.

Hay que darle el desayuno con elogios, flashes y premios.
A cambio nos expresara las palabras más bellas del cosmos,
con oleos y pasteles de magnificas combinaciones,
hará increíbles acrobacias,
nos embriagara con sus melodías de arpa hasta los abismales límites de la locura.

¡Qué elocuente! ¡Cuánta perspicacia! ¡Aplaudan aun más fuerte”

“Revolquémoslo en el fango de su ego y con fuegos artificiales
iluminemos el cielo de nuestra ignorancia”.

“Llego el artista a su hogar, el escenario.
Nos vino a regalar bufandas para esculpir el frío,
y un centenar de acuarelas para que pintemos los ríos con imaginación de niño”.

“Déjenlo tranquilo, habrán paso para que se exprese.
Ha venido de lejos cargando un periódico de noticias nuevas,
seguro que caminó sobre espinas y brasas ardientes.
No corran ni se alejen, ¿es extravagante?
Si, pues, esas vestiduras son los mantos del mundo por donde el anduvo.

Vean detenidamente como su expresión se pierde en el horizonte.
Esta acá para brindar, no para quitarnos algo.”

“Recíbanlo, abrásenlo, de más están los aplausos.
Guarden las medallas que no tiene donde colgarlas.
Silencio, escuchen y observen, y por favor respeten,
él vino de muy lejos hasta aquí, solo para vernos.
Es un medico sin licencia y llego para mostrarnos las medicinas
con las cuales esta curando sus heridas.

Quizás sean sus reflexiones, quizás sea provocarnos la risa.

No lo interrumpan, ni lo juzguen. No lo alaben ni se agachen,
Este artista es de carne y huesos, y por dentro lleva impregnada
la fragilidad de cualquier ser humano”.
Última convención de circo y artistas callejeros - Buenos Aires


Jesucristo también es uruguayo

Egresó de un hueco después de estar mucho más de tres días encerrado, ultrajado, maltratado, no del sepulcro, éste se escapo de un neuro-psiquiátrico, y gateando desde Montevideo llegó a Salta capital hecho un diablo. De entrada bardeó al sacerdote de la Iglesia central un sábado por la noche en plena misa y se fumó los cigarrillos de media provincia sin importarle las marcas.
    Pidió puchos y dio las gracias. Pidió comida y dio las gracias. Pero la gracia a él nunca le llegaba. Reía como un niño de salita de cuatro, después lloraba descontrolado como el cauce de un río desbordado. Estaba más loco que una cabra, pero como era simpático lo invitamos a comer un choripan en el Parque San Martín. Otra noche le dimos de fumar marihuana.
    Afirmaba que era la reencarnación de Jesucristo. Él era el mismo que haciendo dedo se lo encontró a San Miguel conduciendo un Peugeot  205 y vio a Bob Marley en Japón reencarnado. 
   Suéter de lana multicolor y rulos de arcángel. Cantaba con alegría y hablaba hasta por los codos. Resurrecciones, erecciones, transformaciones. Bla, bla, bla. Estaba más solo y perdido en el mundo que un musulmán mordiendo una bondiolita de cerdo en el Vaticano.
    Incoherente, contradictorio, bipolar. Intuimos apenas unas gotas de cordura adentro del mar de locura de su alma en llamas. Los testigos de Jehová le ponían los pelos de punta y le contagiaban rabia. Recordaba más pasajes de la biblia que memorias de su pasado. Electroshock del siglo XXI, indigente del fututo apocalíptico premonitorio. Predicador, viajero y ciudadano ilustre de la calle.
   
  Si creía ser Cristo, entonces lo era, en versión desquiciada con una definida cultura matera uruguaya. Si se le había desfondado el balde de la cordura, ¿cuál era el problema? Si a muchos samaritanos también se les voló la tapa.
    Así de linda es la vida, que uno se encuentra al Jesucristo latinoamericano en las calles de Salta, plácidamente caminando a la espera de que algún día llegué Dread Mar I a la ciudad norteña y consiga darle su mensaje.


Mural en Joinville, Brasil

Otras amistades


“Este es un pueblo tranquilo, acá no te jode nadie.
Itati es un pueblo contrabandista y narcotraficante...
nada más”.

Palabras de un indigente que no necesitaba amigos
para reírse a carcajadas sentado en el banco de una plaza 
a un costadito de su soledad.

Un fisurado en Constitución






Cuento popular: Y para qué?


    Una tarde de esas en que el viento no agita ni las ganas de matar una mosca y el calor hace hervir hasta el agua de los charcos, Don Omar vio a lo lejos una dinámica nube de tierra a gran velocidad. Noto apaciblemente que se iba aproximando a su humilde y pequeña chacra con un ruido que hizo despertar de su siesta hasta a los perros. Sin  embargo estos de tan holgazanes ni se molestaron en ponerse de pie para torear y dar aviso. Les dificultaba abrir los ojos una densa tela de lagañas amarillas y secas.
    Llegando la polvareda a la desvencijada tranquera, dejó de ser tan espesa y puso al descubierto al hombre que lo vino a visitar. Resultaba ser un forajido con carro de otra época, una en la cual Don Omar todavía no había vivido. Tecnología de un futuro distante, quizás inalcanzable. Entonces una vez en la tranquera la máquina se detuvo y quién descendió de ella fue un hombre de cabello grisáceo, de panza con forma de fuenton y tez pálida como leche de cabra. Don Omar le hizo las señales correspondientes para que el foráneo comprenda que podía pasar con vehículo incluido. Una vez que los perros se amansaron de tanto ladrido y alboroto, el gringo se aproximo a pie para darle un apretón de manos al nativo.

-          Buenas tardes, ¿Cómo le va don? Mi nombre es Carlos Unzué, y estoy buscando la chacra de Emilio Gutiérrez para hacer unos negocios, pero al parecer me equivoqué de camino o no comprendí bien la indicación. ¿Sabrá usted indicarme como llegar desde acá? – Mientras formulaba la pregunta el porteño fue observando detenidamente el paisaje desolado que lo rodeaba. No veía más que un humilde rancho detrás del hombre al cuál le dirigía la palabra, además de campos yermos con una pequeña huertita aledaña a un pozo de agua. Contempló paseando a media docena de modestas gallinas, y tan sólo un gallo, que iba picoteando del suelo lo poco que podía encontrar en su inmensa libertad. Entonces antes de que Don Omar le respondiera y alcanzara a presentarse como es debido en tal situación, el foráneo mastico una nueva pregunta:
-          Disculpe el atrevimiento, pero ¿no se le ocurrió tener más gallinas y quizás algunos gallos?
-          ¿Y para qué? Le respondió pasivamente el buen hombre mientras se hamacaba en su prehistórica silla mecedora.
-          Bueno, para que den más huevos y poder venderlos o comer alguna gallina cada tanto. De esa forma haría un buen dinero y podría armar un lindo gallinero.
-          ¿Y para qué? Le vuelve a responder, como queriendo averiguar a donde va con tanto proyecto.
-          Bueno, teniendo un gallinero produciendo con un peón de encargado, usted ya tendría tiempo para conseguir unas cabras y llevarlas a pastear al monte.
-          Ah vea usted, ¿y eso para qué?
-          Mire, que de negocios yo sé muy bien. Una vez que venda sus primeras cabras podrá invertir en materiales para armar un invernadero o conseguir más cabras para producir queso, leche, carne. Es más con el tiempo si invierte en un vehículo podría expandir el mercado aún más lejos y quizás llegar hasta Formosa capital. Ahí sí que haría buen dinero y armándose de una clientela fija la cuestión va a ir rumbeando directo al progreso. ¿Se da cuenta?
-          Y todo eso, ¿para qué creé usted que me serviría?
-          Y mire, de acá a cinco o seis años si el negocio marcha bien y consigue más empleados, usted se podría echar tranquilo en su silla a descansar.
-          ¿Ah sí? ¿Y qué cree usted que estoy haciendo en este preciso instante? – Le respondió firmemente Don Omar con mirada de corzuela, al personaje al cual aún no conocía ni el nombre pero si su hambre de negocios, mientras continuaba meciéndose sosegadamente en su prehistórica silla tallada a mano en un eterno reposo.



    Este cuento popular que transcribí en base a mis percepciones y recuerdos, se me incrustó en la médula ósea cuando una noche a unos doscientos metros de la ruta nacional 81 en la provincia de Formosa decidimos con Marita acampar. La noche se estaba poniendo fresca, así que rápidamente armamos un fueguito y la carpa, luego de haber pedaleado algunas horas por la mañana y otras la tarde. Cuando teníamos unas lentejas a medio cocinar entre los yuyales nocturnos apareció de pronto una ruidosa moto con dos masculinos montados en ella. El farol del ciclomotor nos apuntaba a la cara dificultando la visual de quién nos hablaba con tono policial. Sólo distinguía los hierros de las armas que cargaban en sus faldas. Resultaban ser el encargado del campo aledaño y un vecino que venía de hacer una changa. Como vieron que andábamos cirujeando en las proximidades de donde vivían, el que manejaba nos invitó a comer un asado en el campo de su patrón. El hombre era salteño y además de conocer de monte, sabía lo que era andar en el camino, ya que de joven había hecho sus andanzas por la región.
Desarmamos la carpa y con el agua de una botella más un poco de tierra apagamos el fuego, en menos de cinco minutos.
    A tan sólo unos cien metros de allí, se hallaba la portera y  a su lado un tajamar, que al ser iluminado con la linterna de campo, dejó a la vista una buena cantidad de ojos brillosos titilantes como si fueran estrellas en el agua. Resultaban ser yacarés en horario de cena. Nada de otro mundo, mascotas del monte dijeron. Entonces ingresamos al campo y le dimos mecha a una exagerada cantidad de leña. El salteño nos presentó a su compañera y a su hijo, que aún era un bebé. Nos arrimamos al fogón mientras bebíamos un poco de vino para conversar.
    Entonces en medio del relajo y de la espera, le preguntamos por el patrón. No queríamos incomodarlo con nuestra repentina visita a sus tierras. Entonces ahí fue cuando aquel cuento me cayó en la cabeza como un balde de agua fría. Pues el patrón, era oriundo de Buenos Aires y tan sólo algunos días al año se daba la libertad de visitar la chacra que había adquirido en un sitio tan lejano de donde habitaba. Era médico cirujano, por lo cual cobraba una fortuna, sin embargo nunca tenía tiempo para venir a comer tranquilo un asado. Siempre llegaba en su camioneta a las voladas y regresaba a la capital aún masticando los chunchulines y medio choripan sin chimichurri. Aseguraba que juntando un dinero más para invertir en bienes raíces y vivir de la renta, era lo único que le faltaba para largar todo e irse a vivir al campo. Eso lo decía hacía años. Ya tenía más de seis décadas de vida y la verdad que ya nadie creía en su cuento. Por tal motivo el salteño y su familia vivían allí mismo, como encargados y cuidadores del campo y los animales, haciendo en resumidas cuentas lo que se les daba la gana. Al patrón igual que al señor Unzué del cuento les faltaba siempre una moneda para el peso, antes de tirarse a descansar.
    Esa noche comimos carne asada hasta el hartazgo y dormimos en un colchón tan grande que podría albergar tranquilamente a un plantel de futbol. Al amanecer desayunamos todos juntos y volvimos a pedalear a la ruta con dos pesos en los bolsillos pero con no sé cuantos kilos de libertad.


Legalmente libre


Legalmente libre
“Quédense tranquilos hermanas y hermanos, que la locura es mía. Nada ni nadie me la provoca”
Discurso del Papa Pío XI,
mientras apagaba contra la suela de la sandalia una contundente tuca



   En Julio del año 2017 unos cuantos miles de uruguayos y uruguayas saltaron y se quedaron unos buenos segundos suspendidos en el aire chochos de la alegría. Se repartieron cachetazos amistosos de felicidad y más de uno descorcho una sidra de la incontenible emoción que les produjo recibir la noticia. Estaban festejando otro triunfo de lo que se considera un avance en cuanto a leyes liberales por parte del gobierno nacional. Uruguay, de tres millones y medio de habitantes, se convirtió en aquel momento en la primera nación del mundo en legalizar la venta de marihuana en toda su extensión territorial. Un hecho único e histórico frente a la gran patraña de prohibir el consumo de una planta inofensiva. Esto se consiguió superando aún las leyes permisivas de Estados Unidos donde algunos Estados han obedecido al mismo lema, pero no a nivel federal.
    Prenderse uno en la esquina, y comprarse otro en la farmacia, ya son dos actividades netamente legales y de esa manera se evita que miles de jóvenes paguen con multas o con su tiempo detrás de las rejas por quemar e inhalar el humo de una planta que relaja y abre la mente (en ciertos casos). Aunque toca aclarar que aquello que legalizaron fue el uso de la marihuana para uso recreativo y no medicinal.
    Con esta ley se busca socavar el mega negocio clandestino que produce el narcotráfico hasta el último eslabón de su cadena de distribución. Éste último eslabón, el pequeño transa, generalmente era el históricamente perseguido por la ley quedando los peces gordos libres, con sus secretas cuentas millonarias en bancos de paraísos fiscales o bien lavadito detrás de alguna fachada comercial. Ahora comprar marihuana ya no requiere una incursión peligrosa, insegura en cuanto a la calidad del producto y a veces trunca a la villa, sino que se puede adquirir libremente en las farmacias adheridas al registro nacional.
   Hablar de bancos hoy en día en Uruguay es hablar de una inesperada traba en cuanto a la telaraña que teje esta nueva ley, ya que estos se retoban ante las farmacéuticas registradas (que representan un porcentaje ínfimo aún) a guardarles el dinero en sus depósitos, debido a que no quieren quedar asociados con los ingresos que se producen con la venta de una planta que es de consumo ilegal en el resto del mundo.  Otro hecho absurdo, sobre todo cuando uno analiza casos escandalosos como por ejemplo el de Sani Abasha, el corrupto dictador de Nigeria que tras fallecer pasado de viagra en una orgía con prostitutas hindúes, descubren en las 38 valijas que su esposa cargaba en el aeropuerto para emprender un supuesto viaje espiritual, unos cuantos millones de dólares. Y de esa forma iniciaría una sospechada investigación acerca del dinero que este hombre había robado a su pueblo durante sus cinco años de mandato. La suntuosa cifra rondaría en los 4 mil millones de dólares, producidos entre otras cosas por sobornos recibidos tras adjudicar contratos a empresas extranjeras y por sobrefacturación de equipos petroleros. Continuando con la investigación, el Citibank, más media docena de bancos británicos y suizos, eran quienes guardaban su fortuna sin preguntar demasiados detalles sobre su procedencia. Y este es tan sólo el nombre de una lista de gente con cuentas invisibles en el extranjero fabricadas con tesoros amasados a través de la corrupción, pero claro, de eso las sedes de los bancos del Uruguay no hablan.
   
    Uruguay es considerado gracias a esta clase de reformas, como un país a la vanguardia de políticas progresistas a nivel mundial. A comienzos del siglo pasado ya habían aprobado una ley de divorcio que le permite a las mujeres separarse de sus parejas pidiendo únicamente un permiso en un juzgado, sin tanta burocracia y dinero de por medio. Otras leyes son las del aborto libre y gratuito, aprobado en 2012, y la del matrimonio igualitario.  
    De esta forma, el país avanza hacia un sendero al cuál la Iglesia en otros países donde tiene mayor participación, se abstiene históricamente a transitar, debido a su obediencia a las leyes morales decretadas hace más de dos mil años en Medio Oriente. Bien se sabe que su poder lo han obtenido dejando de lado durante siglos otras leyes por conveniencia institucional. Además del atraso producido apoyando ideológicamente a Estados que persiguieron, amenazaron y asesinaron a científicos, artistas, políticos, militantes, libre pensadores y tantos otras y otros; consensuar guerras, entablar amistad con dictadores,  y una interminable lista de actividades que harían llorar a Cristo de rodillas ya que firman siempre con su inmaculado nombre.
    Debido a que en Uruguay se ha marginado el poder de la Iglesia al del Estado, no se festeja Semana santa, sino la Semana de turismo, y a la navidad le dan el nombre de Día familiar.
   
    10 gramos semanales es la dosis que cada ciudadano registrado en un padrón, puede obtener en su compra a una farmacia también registrada, y seis plantas son las que el Estado permite cultivar a cada individuo. A partir de julio del 2017 cada ciudadano puede elegir qué hacer con tal derecho.
    Ya es hora de eliminar el viejo mito de que el cannabis es la puerta de entrada a otras drogas, ya que experimentar es una libertad que debemos poseer todos y no una prohibición discriminada por el consenso de unos ancianos de alma que inventan falsas hipótesis para quedarse con una parte de la tajada. La marihuana es una planta, la cocaína es el resultado de un proceso brutalmente químico de otra, y la yerba mate proviene de la hoja de un árbol. Y a no meter todo en la misma bolsa, que si no se confunden aquellos que jamás probaron de que se trata cada una y se dejan persuadir por las mentiras de los mismos que dejan pasar toneladas al país donde aún es prohibido consumir o cultivar algunas de ellas.

    “Empiezan tomando mate, luego fuman marihuana y finalizan muertos en vida siendo adictos a la cocaína”. Por las barbas del rey Salomón, Gepetto no creas todo lo que dice Pinocho sin antes observar cómo le crece la nariz.


El león sin melena

Entre toda la magia que se desprende del territorio uruguayo en cuanto a lo social, hay sin lugar a dudas una persona que dejo imborrables huellas en su país y también en Argentina, y que aún hoy, a casi noventa años de su muerte continúan siendo un misterio. Porque Fernando Juan Santiago Francisco María Piria de Grossi, además de tener una interminable cantidad de nombres imposibles de recordar, fue el precursor y fundador de la única ciudad del mundo perteneciente a un particular, y tanto en ella como en cada sitio donde habitó han quedado impermeables al paso del tiempo, variados símbolos de la alquimia y el misticismo esotérico. 
  
Piriapolis


  Para comenzar Francisco, como lo deberían de llamar sus vecinos, nació en Montevideo, Uruguay en 1847. A la temprana edad de cinco años quedo huérfano de padre, entonces para  conciliar la pérdida y recibir una buena educación su madre decide enviarlo a Italia bajo el cuidado de un tío que era monje jesuita. Al parecer de esa relación que duró hasta los doce años del joven, brotaría su iniciación en la alquimia.
    Piria se convierte con los años en un ávido comerciante de bienes raíces una vez que regresa a su país natal, comprando grandes extensiones de tierra, dividiéndola en porciones y rematándola con novedosos y estrafalarios métodos para la época, como dar a pagar un solar a 30 años. De esa forma comienza a amasar una fortuna de dinero teniendo menos de tres décadas de vida. A los 29 años, luego de otro viaje a Europa, compra unas 2.700 ha a menos de 100 kilómetros de la capital, entre el cerro Pan de Azúcar y el mar, para fundar la ciudad que posteriormente sería llamada por los periodistas como “Piriápolis”, o ciudad de Piria. Allí construye un castillo como vivienda familiar, y en sus alrededores cultiva olivos, castaños, vides, tabaco, yucas africanas, y cantidad de plantas exóticas. Inicia la extracción de carbón y minerales del cerro, abre un puerto comercial y de pasajeros, y un tren hasta la costa. Todo financiado desde su bolsillo, queriendo crear una ciudad autosuficiente. El hombre y sus métodos parecían venidos del futuro.
    Lotea los terrenos en solares, construyendo plazas y caminos, funda el suntuoso Hotel Argentino, el cuál sería el más grande de América del sur hasta el momento y el Hotel Piria, además de la rambla de corte francés. Cuando la primera ciudad balneario del país está en pleno auge, y tras habitar el castillo durante un año, se muda con su familia, esposa e hijos a la localidad de Ensenada, Argentina. Allí emprende un mega proyecto similar, remodelando esta vez una vieja mansión hasta convertirla en un exuberante palacio cercano al mar. Sin embargo esta vez, al querer construir un camino directo desde Punta Lara hasta La Plata, sin pasar por Ensenada, se encuentra con diversas trabas burocráticas que lo llevarían a abandona el proyecto, tras ser “boludeado” por los políticos de turno. Entonces regresa a su país natal y finaliza donando las, nada menos que 141 hectáreas al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo el trámite tampoco se concreta y con los años, luego de funcionar un tiempo de colonia de vacaciones para niños huérfanos, el palacio cae en la ruina por no tener un sope el municipio de Ensenada para su manutención.

Costanera de Priapolis


    Piria en Uruguay funda el diario La tribuna popular, de mirada socialista en contra de la política oficial, pensamiento que más tarde lo llevaría a postularse como candidato a presidente en el partido, también creado por él, Unión Democrática. Pero en ese asunto también le va flojo, recibiendo muy pocos votos. Escribe varios libros, para plasmar sus ideales, entre ellos “El socialismo triunfante, lo que será mi país en 200 años”. Funda más de setenta barrios en la capital y sus terrenos aledaños, y habita en 1917 un nuevo palacio en Montevideo, que actualmente oficia de Sede de la Corte de Suprema justicia de la nación. Donde finalmente fallece.
    Se esconden varios detalles más acerca de su prontuario de empresario, ideólogo y rematador, pero es de mayor interés en lo personal, la impronta que dejó plasmada en cuanto a la simbología de alquimia en su arquitectura, en sus muebles, esculturas, vitrales, escalinatas y demás objetos que lo rodearon a lo largo de sus ochenta y cuatro años de vida.
    
Castillo de Piria


Piriápolis iba a ser llamada por el mismo Piria con el nombre de Heliópolis. Mitológicamente Heliópolis es la ciudad donde renace el Ave Fénix, símbolo emblemático de la regeneración por el fuego, tema central en la alquimia, a la cual también se la llama la Obra del Sol. El sol está asociado al oro, tanto al material como al oro o “sol interior” que debe ser extraído de entre la escoria para brillar.
    En una vista satelital sobre el Hotel Piria se ve claramente como las alas del edificio dibujan una perfecta H con un círculo sobre el travesaño de la misma. Esta letra también puede ser identificada con Urano, que es el planeta que rige a Acuario, y que es la era astrológica en la cual estaríamos entrando. La misma fue interpretada por los Mayas con la fecha 12 de diciembre de 2012, donde iniciarían grandes cambios. Si se toma un plano de Piriápolis o una fotografía aérea, y se unen con un trazo los diferentes puntos donde se encuentran los principales símbolos alusivos a la alquimia, nos llevaremos la sorpresa de ver que el diseño se corresponde perfectamente con el de la constelación de Acuario.
    Según otros estudios, realizados por el nieto de Piria, entre dicha ciudad, la fuente de la plaza matriz de Montevideo y el obelisco de cinco metros erguido en el departamento de Ribera, con la única inscripción en su base que reza su apellido, se forma un perfecto y gigantesco triángulo. El área abarcada representaría un resguardo frente a futuras catástrofes que podrían ocurrir a nivel mundial.

    Piria estaba más allá del hombre promedio de su época, era un vanguardista, un adelantado y creó una interminable obra que sabiéndola interpretar en base al significado de su simbología, deja a la vista elementos similares a los que construyeron y demostraron diversas culturas ya extintas. El poder que alcanzó económicamente este hombre, además de servir para proveerle lujos y comodidades, sirvió para demostrar que se encontraba en medio de un proyecto aún mayor. Ya que brindó información a través de planos sutiles y a la misma vez descabellados para poner a prueba nuestra propia percepción de la vida y el cosmos. Muchos de los mensajes de su desmesura quedan superficialmente a la vista, y no es necesario rebuscárselas tanto para comprender.
   
    ¿Qué son todos esos símbolos que nos vienen develando tanto simples hombres y mujeres como civilizaciones y culturas enteras? ¿Qué son todas esas megas pirámides ubicadas estratégicamente observando al cielo? ¿Qué son esos menhires, obeliscos y figuras antropomorfas de piedra y barro que se repiten entre pueblos que jamás se vieron el rostro ni hubo manera material de comunicación? ¿Es acaso la telepatía un delirio? ¿Es acaso la dimensión en la cual aparentemente vivimos la única que existe? ¿Hablar de energía, conciencia y conexión elevada es acaso un delirio místico?

    Delante del Hotel Argentino de Piriápolis se encuentran dos figuras conocidas comúnmente como los “leones”. Técnicamente, se trata de grifos, figura mezcla de león y águila, que simboliza el combate entre ambos seres, que finalmente se fusionan en uno solo: el león alado. El león es un símbolo de lo terrenal, lo corporal, lo material, (investigar la concepción andina del puma) mientras que el águila representa lo espiritual, lo elevado, lo que pretendemos alcanzar (investigar la concepción andina del cóndor). Todo en la alquimia apunta al ser humano, por lo tanto este combate materia-espíritu tiene lugar en el hombre mismo, entre sus planos aparentemente irreconciliables. Pero si luego de esa lucha el humano logra el equilibrio, accede a un tercer estado de conciencia. Luego de la pelea, el león pierde la melena, sin embargo gana alas. Esto nos indica que sin perder ni desdeñar el estado físico ahora puede volar por los planos superiores de la conciencia y la realidad.  
    Qué más decir, cuando el conocimiento está apoyado sobre la mesa  al alcance de todos.

Cerro Pan de azúcar











Montes de María


   Fehacientemente residía en su rostro un nostálgico otoño que no había conocido en cien años una feliz primavera. Era una tenue luz iluminando entre sombras el interminable pasillo de un decadente hospital de enfermos terminales. ¿Se habría olvidado su espíritu de la existencia de la alegría? ¿Habría hundido tanto su cabeza en el río que además de agua había tragado el barro podrido del fondo de un fangoso meandro? Actitud de sábalo, actitud de bagre, actitud de vehículo circulando en contramano por una autopista a punto de estrellarse contra la cabina desprotegida de un peaje. Los músculos del rostro los llevaba tensos, a veces rígidos, sin ánimos de movilizarlos para esbozar la calidez fraternal de una suave sonrisa, o siquiera una mueca a medias de satisfacción superflua. Era como esa neblina de madrugada que no te permite adivinar si va a llover o si va a salir el sol junto al canto de las aves.
    Vestía la miseria de los harapos mientras caminaba sin aparente rumbo. Escondía los ojos entre la entrepierna con vergüenza, sin poseer jamás la crema brillosa que le da vigor y calidez a la mirada. Un misterioso infortunio, que guardaba en el cajón del corazón, había quemado por siempre su nombre y su destino. Lo que restaba no era más que una sombra desvanecida entre la multitud; una húmeda pared sin revoque fino comenzando a cuartearse como la piel de un leproso; un esqueleto invisible que en muy pocos generaba suficiente empatía como para emitirle un saludo.
    Al observarla me preguntaba a qué temperatura estaría ardiendo su alma, ¿o estaría al contrario, seca e infinitamente gélida nadando adentro del núcleo de un témpano polar? Pobre alma desdichada. Fue gracias a ella que descubrí íntimamente que el infierno existe en vida. Me llevaría aún algunos años más, el conocerlo y quedar durante un precoz lapso cautivo en su ardiente fuego. Pero eso es arena de otro costal.
     A esa muchacha le habían arrebatado dos de sus tres hijos las fuerzas paramilitares, en una época donde se desayunaba miedo dentro de un plato sancochero de confusión. Si estaban vivos o muertos, levantando un fusil o cocinando cocaína en la selva, era una completa incertidumbre.
    Colombia en la actualidad vive tiempos más calmos, habiéndose reducido la ola masiva de secuestros forzosos, las persecuciones políticas y los asesinatos indiscriminados que tuvieron en estado de vigilia y alerta durante más de una década al país. De todas formas aún el Estado continúa militarizando cada extremo de su extensión para que haya “orden y progreso”, invirtiendo más dinero en armas, entrenamiento y uniformes que en salud y educación.
    Si bien se ha frenado el despojo de tierras a los habitantes de las zonas agrícolas para cultivar coca, ellos viven en la actualidad  las consecuencias de los sucesivos arrebatos. Colombia, luego de Siria, es el país con mayor cantidad de refugiados internos del mundo, superando los cinco millones, o sea que el 6% de su población total ha sido desalojada a la fuerza o se han tenido que retirar de su lugar de procedencia bajo alguna amenaza. La voraz codicia de producir polvo blanco por parte de diferentes organismos clandestinos para venderlo al extranjero, ha hecho estragos en la Nación. Estados unidos, quién alza con orgullo en los hombros la bandera de lucha contra el narcotráfico, es a su vez el principal consumidor de cocaína y heroína del mundo. En este país mueren en la actualidad a causa del consumo de heroína alrededor de cien personas por día, lo que representa más muertes que las ocurridas por Sida en la década de los 80, cuando estalló la enfermedad. Norte América no produce ese tipo de drogas, entonces por algún hueco ese cargamento de toneladas debe ingresar. Cómplices políticos, silencios, coimas y estafa. Solo basta con atar algunos cabos sueltos para comprender la cuestión.

     Esa  madre, al igual que miles de madres, tiene el ánimo hecho bosta. Camina sola arrastrando contra el polvo de la calle su alma perdida, mientras los cómplices del narcotráfico aspiran “perico” dentro de sus lujosas mansiones manchadas de sangre, vanidad  y codicia. Todos, quizás sin saberlo naufragan en el idéntico, inacabable y oscuro abismo del vacío existencial.