Falsos Positivos

  

  En Colombia según asegura la Fiscalía, alrededor de 1800 jóvenes fueron engañados, disfrazados de guerrilleros y asesinados por militares para obtener beneficios económicos y aumentar artificialmente el número de bajas rebeldes en combate. Estos civiles asesinados se los conoce hoy en día como Falsos Positivos. Según datos extraoficiales el número puede llegar a ascender hasta a 3.500,o incluso 4000 víctimas. Estos casos tuvieron auge entre 2002 y 2008. O sea, es historia reciente.
      A partir del año 2005, el Ministerio de Defensa, se ofrecía a pagar 3.800.000 pesos colombianos, o sea unos 1.900 dólares por cada guerrillero o paramilitar muerto, lo que colocó un incentivo para asesinar indiscriminadamente. Ésta fué la conocida lucha contra el narcotráfico. El ex presidente Alvaro Uribe y los dos ministros de defensa, al igual, que generales, coroneles y demás cargos inferiores del ejéctio están implicados en tales hechos. Muy pocos coroneles y ningún general han sido castigados hasta la fecha. Uribe por su lado, continúa en la política.

    La fiscalía ha identificado a más de 180 batallones y unidades tácticas que presuntamente cometieron ejecuciones extra judiciales durante ese periodo. Lo más revelador es que los implicados pertenecían a casi todas las brigadas y todas las divisiones que existían en el país para ese momento. En otras palabras, esos datos refutan la teoría de que se trataba de hechos aislados, sino más bien apunta a una operación sistemática que contó con el respaldo de rangos superiores del ejército y del poder político.
    Algunos soldados que denunciaron a sus superiores, como el caso de Nixon de Jesús Cárcamo, después de confesar su rol en "falsos positivos" fueron asesinados. Prohibido hablar en voz alta, prohibido "sapear" a los responsables.

    Ingresé a Colombia en el año 2013 cuando esta situación estaba desapareciendo, o lo había hecho casi por completo. Poca información manejaba hasta ese momento de los peligros en que podía incurrir mi vida, por ser un simple caminante. Iría a ingresar por la frontera fluvial de Turbaco - San Lorenzo, pero los índices de homicidios y desapariciones en dicha ciudad colombiana eran de los más altos de todo el país, a raíz de un homicidio cada dos días, entonces ascendí la Cordillera de los Andes para ingresar por Tulcán - Ipiales, en la zona de sierras y mayor flujo de migrantes. Además no me alcanzaba el dinero para pagar el cruce en barco. De los doce dólares que salía el pasaje tan sólo tenía tres en el bolsillo. 
    Casi a mitad de año, trás convivir en el sur del país con la comunidad indígena Kamsä me llegó la noticia de que el primer viajero que había compartido vivencias con ellos, había sido hallado muerto a la vera de la ruta al poco tiempo que se fue de la comunidad. Su cuerpo, acompañado aún de su fiel mascota un perro callejero, tenía las vestimentas que utilizan los guerrilleros y algunas cartas e información plantadas en sus bolsillos. Claramente era un Falso Positivo.
    Otro día vimos dos helicópteros sobrevolando por la zona de la reserva donde vivíamos, luego de haber explotado una bomba en el reten militar que un mes atrás había atravesado al sur del pueblo. Falleció a raíz del ataque un militar y resultaron otros quince heridos. Según los Kamsa, la guerrilla aún rondaba cerca. 
    Los primeros retenes militares que hallé en el camino me brindaron desconfianza, al ver semejantes trincheras con equipamento para una guerra inmediata. Jóvenes con fusiles hechos por mentes profesionales para asesinar en masa; jóvenes armados con caras aniñadas; vestuario y toldos camuflados; tanquetas, granadas de mano, y botas negras pisando el asfalto donde el paisaje te indica que tu vida puede acabar en breves minutos sin que nadie escuche tus gritos de sofocación y clemencia. En caso de emergencia, qué tan lejos puedía escapar viajando en bicicleta?
    Sin embargo, en la mayoría de los casos fuí tratado con buena cordialidad y en otras ocasiones los militares hasta me llegaron a dar dinero o comida. De todas formas el miedo, sigue flotando en la atmósfera de este país. En los pueblos que anteriormente habían sido "zona caliente", o sea zonas de enfrentamientos de diferentes fuerzas armadas, de secuestros, de asesinatos y demás atrocidades, era común que la gente mire al suelo y no a los ojos, o prefiera hablar de estos asuntos en voz baja o únicamente en privado. 
    En Tolu Viejo conocí una pareja de adultos que tenían dos de sus tres hijos secuentrados por guerrilleros o paramilitares, en el caso que aún estuvieran vivos. En Colosó y toda la región de los montes de María la grieta del dolor también continuaba abierta. Colombia me demostraba que cada gramo de cocaína esta machado con sangre inocente, y que aquello ya no era una realidad lejana. Mis pies surcaban el polvo de historias vivas, de historias recientes. A veces eso me daba escalofríos en la espalda, otras veces me daba fuerza y seguridad,  porque sabía que mi temprana rebeldía respondía a una causa. Buscaba conocer a través de mis propios ojos, una porción aunque sea mínima del mundo donde fui criado. Buscando comprenderme y comprenderlo.
    El poder se concentra en pocas manos. Margina a los pobres desde su nacimiento. Brinda entretenimiento, comodidad,y la promesa de un ascenso a la clase media. Mientras luchan los de abajo entre ellos, la clase alta se queda sentada cobrando los impuestos. Y no es cuestión de imperios, sistemas económicos ni reyes, es la dominación invisible la carta que esta en juego. No debemos dejarnos engañar por burdas mentiras materiales. Nos aislamos progresivamente de nosotros mismos, nos aislamos de la naturaleza de la cual formamos parte, nos aislamos los unos de los otros. Olvidando que somos los elementos de la misma parte, los integrantes de un mismo ecosistema. Seran en este caso la humildad, la empatía y el dar, las virtudes que nos permitiran a futuro la supervivencia.




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