Parque Nacional Tayrona

Colombia es uno de los países más ricos en diversidad biológica del mundo, conteniendo 56 áreas de preservación natural en todo el país. El Parque Tayrona, ubicado en el litoral Caribe, a sólo 34 km de Santa Marta, en el departamento de Magdalena, es el Parque que más visitantes recibe cada año.


A pesar de haber sido declarado área protegida en 1969, y por lo tanto patrimonio natural de todos los colombianos, la verdad es que hoy más del 90% del parque está en manos de particulares y después de cuarenta años nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar. Recuperarlo le costaría al Estado un billón de pesos, y no hacerlo significa que los propietarios podrán seguir reclamando permisos ecoturísticos, y de esa forma ir degradando aquello que en un principio atrajo a personas de todo el mundo para admirar una exuberante muestra de belleza natural.



El nombre del parque proviene de sus antiguos moradores, que acabaron sus días de prosperidad con la llegada de los españoles, en la época de la colonización. Los Tayrona contaban con una compleja organización sociopolítica, y con un avanzado conocimiento en ingeniería y arquitectura, que se refleja en los restos de grandes obras líticas, caminos, muros de contención, escaleras y puentes.


Las casas Tayrona eran admirablemente construidas, en forma de enormes cabañas de madera o bahareque con techos de paja y de palma, por lo general, de forma cónica. Actualmente en una de las playas privadas dentro del parque, fueron reconstruidas varias viviendas con las mismas técnicas para alquilar temporalmente a los turistas que buscan mayor comodidad, ya que en el resto de la zona sólo es posible acampar o posar en hamaca en áreas restringidas.


La entrada para los nacionales es de 17.000 pesos colombianos  y para extranjeros de 44.000. Por suerte siempre hay abierta una puerta trasera para aquellos que viajan con poco dinero, y por esa puerta ingresamos con Marita una tarde del año 2013. Caminamos más de ocho kilómetros por senderos rodeados de selva tropical, y al llegar a la costa conseguimos mimetizarnos entre los turistas que allí estaban. Advertencia: en el monte te podés llenar de garrapatas.







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