Juglares, crotos y nómades

    Hay un grupo de preguntas que ha viajado a tantos lugares como los que he visitado. Un interrogante muchas veces nacido de un alma cuantitativa, que cada segundo lo mide en dinero ganado, invertido o perdido, y no utiliza el tiempo de ocio más que para estar entre amigos bebiendo alcohol o viendo algún deporte o noticiero en la televisión, para "estar actualizado".



    Estas personas siempre preguntan lo mismo: ¿Por qué viajas? Escondiendo detrás del interrogante el siguiente consejo: volvé a tu casa, buscate un empleo digno, arreglate el cabello y la barba, que esa vida que llevás no es vida. Los conozco por que me lo han dicho con mismas palabras y con la mirada despectiva.
   Casi todos ellos son hombres de cuatro o cinco décadas de existencia, que por decisiones erradas de la vida han caido en el fracaso o la infelicidad, y poseen un empleo que ni a ellos les resulta interesante. Muchos llevan la etiqueta de ciudadano ejemplar, y el vinagre interior les ha arrugado la piel como si fuera el cuello de una tortuga.
   Claro que en otra ocasiones, nace desde un sentimiento de protección o la mera curiosidad, o tal vez desde un ángulo unilateral que no permite en su imaginación la existencia de un modo de vida diferente al cuál estan acostumbrados a ver.



   Con paciencia uno intenta expandir el panorama, explicando los beneficios que conlleva una vida versátil desarrollada en escenarios que rotan al igual que el planeta que habitamos; explicando que la vida nómade sigue ocupando la mayor parte de la línea del tiempo del humano en éste planeta y en países como India, se estima que ochenta millones de personas viven de esa forma actualmente; que la mayoría de los artistas, maestros espirituales, políticos, empresarios, deportistas y filósofos han recorrido varias regiones del mundo antes,o después de realizar sus grandes obras; que si no fuera por el afán de aventura y exploración el humano quizás continuara viviendo en un rincón del planeta; que aquello que se obtiene a cambio no se puede explicar, y varía de acuerdo a la percepción que tengamos sobre las experiencias que van sucediendo, y que esta puede llegar a ser maravillosa aún estando con los pies hundidos en el lodo o un verdadero sufrimiento.



   Sin embargo, no en todas las ocasiones la respuesta llega a ser tan abundante, debido a la inquietante mirada y atención del oyente. Muchos preguntan, pero no todos quieren escuchar las respuestas, porque buscaban desde un comienzo reafirmar que la alternativa al camino que eligieron iba a estar plagada de utopías, irrealidades, espinas y fracasos. Entonces se marchan por el mismo orificio por donde llegaron hasta el encuentro de sus amigos donde hablarán del chiflado que conocieron, que de seguro estaba loco o drogado, según sus conceptos estructurales de la vida.
   Otros curiosos en cambio mudan de mirada. Esa que en principio fué rígida y cerrada, comienza a sentir familiaridad con la opinión emitida. Comienzan a recordar a algún conocido de visión semejante, o surgen más preguntas para verbalizar los miedos o dudas:


¿Alguna vez te robaron?
¿Pasaste hambre?
¿Alguien te hizo algún daño o quizo intentarlo?
¿Con tu familia mantenes contacto?
¿Con lo que trabajas te alcanza para vivir?

   Así va depurando cuál savia de árbol, la información pertinente para quitar las dudas del encuestador. Vivir en movimiento es posible. Criar un niño en movimiento es posible. Aunque muchos crean que esto último sea una condena para el niño. Eso dependerá del trato y la responsabilidad de los padres para atenderlo y cuidarlo, de la edad del niño, y de muchos otros factores. Cuantos niños son condenados al descuido y mal trato entre cuatro paredes? El sedentarismo no es ninguna garantía en cuanto a salud. ni en adquisición de conocimiento. Es más en general, aquellos padres que crían a sus hijos con espíritu nómade, conviven más tiempo con ellos que aquellos que sus trabajos son fuera de casa.
   Hablar sin saber no cuenta. Creer que una vida así, o criar una persona de esta manera es una condena para su futuro, tampoco cuenta. A mí me bautizaron y nadie me preguntó si quería ser católico, nadie me dio opción de ir o no a la escuela, porque se considera a la educación estatal como un derecho divino, y única fuente de conexión con otros niños, o con los modales establecidos y el saber. Verdades a medias. En Argentina además, en cuanto a educación es posible que los niños y jóvenes rindan libres sus exámenes si es que a futuro desean estudiar en la Universidad, conseguir algún empleo bajo un patrón o simplemente tener el título de estudios completos debajo de la almohada. Además la educación tal cuál conocemos parece estancada en el tiempo, pese a la introducción de cierta tecnología electrónica en ella. La base y cimientos de la misma no ha mutado en lo más mínimo. Por lo menos en los ejes principales. Los niños nómades interactúan con desconocidos todo el tiempo, sean niños, jóvenes, ancianos o adultos, al tener una vida a veces más pública que privada, y eso da herramientas de comprensión sociológica intrínsecas en vida cotidiana. Es decir, son alumnos casi a tiempo completo y no sólo cuatro horas diarias. La calle enseña, la naturaleza enseña,los desconocidos enseñan, el movimiento enseña. 

   Aunque se viaje durante años, siempre es posible "regresar" o buscar en algún momento el arraigo en un lugar determiando, sea para criar, vivir en compañía o soledad o de forma comunitaria, sea para trabajar de algo diferente, o cuál sea fuere la razón. Eso sucede en la mayoría de los casos, es natural sentirlo y querer llevarlo a cabo, y no hay nada malo ni bueno en ello. Son formas de ser, diferentes pero no mejores ni peores. Porque a fin de cuentas cada uno tiene motivaciones y objetivos distintos. Para algunas personas, una minoría de la sociedad occidental actual, es menester haber vivido una jornada de la trashumancia para saciar sus dudas, pasiones, o sueños.
   Regresando al tema de los niños en viaje, he conocido criaturas increíbles en la ruta, niños y niñas que me han dejado con la boca abierta en cuanto a la espontaneidad y sus genuinas formas de actuar, sentir y pensar. Al elaborar un esquema personal acerca de ellos mismos y del mundo que los rodea sin tantos condicionamientos culturales impuestos, se convierten en entes multiculturales, y en la mayoría de los casos, por no decir en casi todos, se siente la presencia de seres genuinos, sinceros,  y originales. Son ellos mismos, con cualidades personales.  
   Escribo esto, no sólo a través de mi experiencia, sino de la cientos de humanos con los cuales he compartido algún momento de mi vida.



  Un profesor de filosofía de Usuhaia (Argentina) renunció a su cargo, equipó un motorhome y proyectando cine en una pantalla gigante al aire libre fué recorriendo Latinoamérica. Tenía en el comienzó 49 años.
  Un abogado español renunció a su empleo, equipó una bicicleta y haciendo números de Clown llevaba recorriendo países de los cinco continentes. Tenía en el comienzó más de cuarenta años.
  Una familia de Francia, una pareja y sus dos hijas, viajando por el norte argentino en tres bicicletas. Contentos, unidos, realizando unas largas vacaciones de tiempo definido por un continente de lengua extraña.

  Un uruguayo viajando a dedo, en ese momento por Ecuador, haciendo vuelos en parapente como trabajo. Cargaba sus dos mochilas y una sonrisa de oreja a oreja.

 Éran músicos, poetas, gastronómicos, malabaristas, payasos, artesanos, tatuadores, retratistas, diseñadores, ilustradores, pintores, periodistas, profesores de yoga, guardavidas, acróbatas, escritores. Algunos cargaban un título universitario y una profesión en el bolsillo, otros ni siquiera habían finalizado la escuela primaria.
   En la Edad Media, en Europa a este espíritu de gente se los conoció con el nombre de Juglares. En otras épocas, en otras regiones fueron caminantes, peregrinos, trashumantes, andariegos, vagabundos, viajeros, wanderer, hippies, hobos, errantes, linyeras, crotos y mochileros. Los nombres mudan, y los propósitos también. De todas formas entre ellos muchas veces encontraron amistad, comprensión, familiaridad. Son una minoría, una inmensa minoría.


  Sin embargo siempre estuvieron y estarán ahí, en cada pueblo, en cada ciudad y capital, en cada inmensa porción de naturaleza, inhalando los perfumes de su libertad. Tan locos y tan benditos por ser fieles a sus deseos, por hacer eso que se les da la gana, por escuchar el susurro que la conciencia les iba soltando con delicadeza al oído, para que la calma ya no sea una quimera, y las fantasías no se mueran en el limbo de la ilusión.
  Habrá bandidos infiltrados, viciosos involucrados, y algún que otro ser dominado por la agresión entre ellos, porque son seres dinámicos, sociales y no obedecen a un registro de reclutamiento, ni a un código sectário, es más son "el club de los que no tienen club". Justamente es esa falta de pertenencia lo que les da identidad.
   Es una fiesta de disfraces donde cada cuál elige que vestirse. Es la libertad de ser, hacer, ir o quedarse. Es la libertad de rechazar, aceptar, compartir o alejarse. Es la libertad de amar, conversar o callarse. Es la LIBERTAD o su busqueda aquello que en cada uno de ellos en cierta manera vive o intenta vivir.



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