Confusiones

Suceden intervalos, 
algunas veces, 
durante nuestros divagues en las calles desconocidas, 
en los cuales el presente 
se vuelve estático.

Como si el tiempo, 
que debería transcurrir 
como una gota de lluvia sobre un vidrio mojado,
abandonase su ocasional recorrido. 
Entonces al acabarse el compás de las mudanzas, 
los ojos se nublan, 
confundidos en una atmósfera paranoica.

Perturbada la mente, 
el cuerpo escurre sus húmedas intenciones 
y aquello que resultaba fácil, 
se vuelve la tarea más complicada del mundo.

Aumenta considerablemente el mareo 
y la repugnante náusea 
llega al encuentro del sujeto. 

Tiembla el suelo 
produciendo un torrente emocional, 
sin hallar inconvenientes en su andar 
ni hallar un pasamanos firme.

Entonces, 
el humano regresa al estado animal 
y brotan sus lágrimas por dentro, 
inundando el presente 
con una densa película de alquitrán.

El cuerpo se siente incómodo 
y el mundo una verosímil jaqueca.
Caminar resulta una molestia, 
quedarse quieto, 
también.

Esfuerzo

Esfuerzo,

llega un dulce recuerdo 
gritando la palabra esfuerzo. 
Pero el grito se oye lejos, 
a una distancia de cien leguas.

Esforzarse, 
para qué??

El pájaro no quiere volar, 
arden las alas, 
mojadas las plumas 
por una tormenta de lluvia ácida
contaminando su voluntad.

Mientras tanto, 
en la calle desfila la moda de un mundo moderno. 
Peinados de revista,
aromas a flores maceradas en alcohol 
y maquillaje barato con detalles en tempera.
 Pantallas en las manos, 
y las miradas sólo en ellas. 

Pero de pronto, 
algo explota en medio de la pasarela.
Una señora de mil ochocientos cuarenta y dos años de edad, 
con un vestido del mismo siglo
gira en torno la cabeza 
y dispara inocentemente 
con su arma vital. 

La estatua paranoica 
logra romper el yeso 
que la envuelve y asfixia, 
para recibir el encanto luminoso
 de esa sonrisa callejera. 
De repente, 
llega la luz, 
el éxtasis, 
y el pulso
 aumenta a un nivel normal.

Detiene su andar el suelo
y el tiempo recobra su tic tac. 
Tan linda patada de amor recibió en la nuca 
mi bestia,
que huyó despavorida 
y se escondió una vez más en su oscura 
y hermética celda.


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