Porque todos ellos caminaron por
el infierno rojo de forma solitaria y sin fecha de retorno. Fueron acusados con
el dedo y sintieron el ardor que produce la vanidad y los dolores que genera el
egoísmo. Aún recuerdan la pesada angustia que ejercía sobre ellos cada minuto y
cada hora de vida, y la desesperación de deambular entre laberintos y ruinas.
No aceptarse y no ser aceptado es
un hierro al rojo que quema y lastima, más allá de la carne.
Sin embargo, después de atravesar
una enfermedad el cuerpo se vuelve más resistente. Luego de una crisis siempre
vuelve la calma. De esa forma, saliendo victorioso del campo de batalla, librado
contra uno mismo, se adquiere claridad y una visión más flexible. Acontecen
grandes cambios en la estructura, debilitando las barreras, volviéndola menos
rígida.
Aquel que sufrió mucho, sentirá
en el alma un inmenso alivio. Aquel que estuvo encerrado comprenderá el valor
de la libertad.
Esas dificultades atravesadas,
que dejan al saco de arena remendado, realzan un nuevo compromiso con la vida,
haciendo que las personas rehabilitadas intervengan en asuntos de valor y
eviten sucumbir fácilmente ante las adversidades. En el mejor de los casos, ya
que eso no siempre ocurre.
Que importará el dinero, las
vestimentas, las modas y la opinión superficial. Quizás las miradas despectivas
sean más frecuentes, imponiendo una barrera ante la controversial imagen, pero
quién anduvo de rodillas por el subterráneo de la vida, con una fuerte y
reciente confianza en sí mismo, no será importunado por tales detalles. Otros
mientras tanto, seguirán tanteando las paredes en la oscuridad, queriendo ver
el horizonte detrás del muro que los oprime.
Todos ellos, los marginales, a
pesar de sus grandes diferencias, tienen un punto en común: se están
enfrentando a sí mismos. Algunos están en combate todo el tiempo, otros ganaron
y perdieron alguna batalla y muchos se hallan aún refregando con ímpetu el
espíritu contra el asfalto. Al conversar encuentran y comparten sus
debilidades, sus peores momentos de flaqueza, posicionándose todos en el mismo
peldaño de humanidad.
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