Negro bonito y cimarrón

   Se dice que duele al igual que una muela de juicio mal encaminada, cuando estraga las húmedas encías queriendo salir. La verdad de la universal conciencia abrecaminos adonde uno avanza. Penosamente el humano en su afán de dominio la tiene amordazada y oculta en el sótano de su propia inconciencia. Sin embargo ella está ahí, gritando entre muros, acuarelas y cantos, mostrando los filosos colmillos del salvaje opresor.

¿Quién se encargó de erguir las ciudades y pueblos americanos en la época colonial?
¿Quién layó la tierra, cultivó y alimentó a los señores de piel blanca?
¿Quiénes confeccionaban los utensilios de vida cotidiana artesanalmente con las manos curtidas de tanta explotación?
¿A quién le debe la nación brasilera homenaje, respeto y perdón?

   El color de esa gente es igual al de la tinta con la cuál escribo estas palabras, una tez tan oscura como la profundidad de los mares. Negros de tierras foráneas transplantados a la fuerza en suelos  vírgenes de latigazos y llantos de pólvora.
   Los blancos sólo se encargaban de atender las droguerías, eran dueños de todo, pero sin los negros no lograban nada. Y dejaron dicho que los trajeron porque los indios nativos no querían trabajar.
Pero nunca dijeron que ellos tampoco.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario