La verdad del mascotismo contada por un perro

    En pocas palabras, pero a ciencia cierta, los gatos fueron salvajemente perseguidos durante el medioevo europeo, debido a su actitud desinteresada y rebelde, que justamente contrastaba con los ideales cristianos de la época, donde se pretendía obediencia y sumisión por parte de la población. Eran tiempos feudales, donde el servilismo era lo esperado de la sociedad campestre.
    Al estar el Estado y la Iglesia unidos como cachete y calzón, la decisión del Papa Gregorio IX a través de una bula fue fulminante para los pequeños felinos. Fueron perseguidos y ejecutados, por ser "la representación del mal", el disfraz de nada menos que Lucifer, entre otras cosas. Llegando a perecer en pocos años casi el total de su población.
    Tan sólo un siglo después morían a causa de la peste negra, enfermedad ocasionada por las ratas y sus respectivas pulgas, más de un tercio de la población europea. Ciertamente, los gatos eran los principales cazadores de los roedores portadores del virus, y esta fue, según ciertos bacteorólogos de la actualidad, una de las principales causas de la diseminación de la Peste Negra". Habrá católicos que digan que todo esto es un disparate, pues bien, los invito a informarse, ya que hay varios artículos interesantes que hablan del tema en internet.

Ahora a continuación, la declaración inesperada de un perro:

   "Y claro que lo sabemos. El humano se alimenta de cualquier tipo de cadáver, crudo, asado o hervido. Nosotros nos hicimos amigos de ellos por instinto de supervivencia y no por elección. Escapar al monte no nos garantizaba una buena y larga vida, porque cada día se expandía la frontera ganadera y agrícola. Entonces dentro de las arboledas de los campos hubo debates y temblorosas asambleas. Hubo discordias y peleas. Hubo rebeldes que dieron su vida por la revolución de los colmillos. Hubo sumisos, traidores y cobardes.
  Y ya han transcurrido muchos años desde aquel quiebre, en que decidimos estudiar teatro, aprender a mover la cola y buscar caricias. Aprendimos su lenguaje y agachamos la cabeza cuando fue necesario. En el trayecto perecieron los más feroces, los más agresivos y salvajes, los mejores cazadores, los que mantenían alimentada y unida a la jauría en el pasado. Fueron más aptos para la convivencia los dóciles y obedientes, me contaba mi abuelo. Entonces dejamos de ser libres, para sobrevivir siendo mascotas. 
    Los humanos han gozado del intercambio, de la servidumbre y la fidelidad. Y nosotros con el paso del tiempo y de las generaciones, hemos terminado de adormecer nuestros instintos. 
  Algunos aún aullamos durante las noches de luna llena con los ojos húmedos de niebla, rindiendo homenaje a nuestros ancestros. Otros prefieren el olvido, para entregarse a los placeres humanizados. La libertad ha quedado en el exilio. El ladrido furioso se apaga. Vida de departamento, patio o balcón, para mí no es vida. Razas de laboratorio, alimento con sabor a cartón.
  Los gatos de la noche me conocen y saben que no miento.
  Cada perro es huérfano, por decisión del humano. ¿Conoces el Síndrome de Estocolmo? ¿Acaso no creen que extrañamos a nuestros hermanos y hermanas y a nuestros padres? Sin embargo, preferimos esta oportunidad a perecer en sus platos y en sus bocas como ha sucedido con la mayoría de nuestros compañeros herbívoros; o ser ejecutados por fríos, ariscos y rebeldes como les sucedió a los felinos en la Edad Media. Algunos de ustedes, es más que evidente, son buenos con nuestra especie, y nos quieren y nosotros también los queremos. Pues como todo ser viviente, devolvemos amor a quién nos brinda amor. 
    Muchas gracias por su atención, eso es todo, me voy a dormir otra siesta, permiso".


Camping - perrera de Santa María - Catamarca

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