"Cuando sea grande quiero ser...comerciante"


 
Venta callejera en la calle de la Estación de tren de Retiro

  Si te sentís meado por los árboles, llorado por los sauces y los genios vienen a lustrarte la lámpara. Si sentís que te irritas con facilidad y haces calentar hasta el horno; si sentís que salís sucio y pegajoso de la ducha y crees que tomar agua mineral te deshidrata. Si crees que la culpa de tu desgracia la tienen los gobernantes y los gobernados, entonces estas jodido, muy jodido.
  Miras con desprecio a los negros que venden las mismas porquerías chinas que vos vendes adentro de un local calefaccionado. Crees que son una mafia organizada, estos evasores fiscales y que están deseando derribar tu imperio. El Imperio de los que alimentan la panza de los políticos con sus elevados impuestos. Decís que sos de los buenos, e ingenuos, que quieren que funcionen las cosas rotas en este país que tiene doscientos años, y que no funciona desde exactamente la misma cantidad de años. Fraudes, corrupciones, crisis, traiciones y ajustes. Pero la culpa, la tienen los de abajo decís.

 ¿Entonces qué hacemos? me preguntas. Qué se yo, por empezar dejar de creer en algo que acá no funciona. El sueño americano es una pesadilla para el mundo entero.
  Segundo, contar pausadamente hasta diecinueve y rugir como un león sin melena, después hacer pis en un tarro de leche nido y dársela de beber a alguien que recién haya resucitado.
  Tercero, revelarte como si fueras la mejor foto. Es hora que el negativo pretenda ser positivo, que acá nadie está queriendo fumar la yerba de tu mate.
  Cuarto, dejar de pensar que el éxito se mide en billetes.
  Cinco, dejar de justificar la violencia como método de orden social. Ellos algo habrán hecho decís, y seguramente vos en la intimidad también.
  Seis, hacer ejercicio, comer sano y arrojar los vicios al tacho de los orgánicos.
  Siete, inmiscuirse entre los marginados para cambiar la perspectiva de tu realidad. Dar una mano al que la necesite, dar una pierna al que la precisa. Donar semen, sangre y sandía. Agradecer más y pedir menos.
  Ocho, recordar lo que tenemos y no lo que nos falta.
  Nueve, pensar, hablar y debatir, y luego poner el resultado en práctica.
  Diez, repetir el paso número dos.

  Si comienzas a creer que el calor del sol es una bendición, que el arte puede salvarte, que un desconocido es un potencial amigo, y que lo más importante de la vida no se escribe en una planilla ni se deposita en un banco, entonces hay una herida en vos que se está sanando. Los perros de la calle al moverte la cola te darán la razón, ellos saben que no hay gran cosa de qué preocuparse. Don´t worry, me dijo un negro, be happy.




Carpo srp ( Gualeguaychú )




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