Legalmente libre
“Quédense tranquilos hermanas y hermanos, que la
locura es mía. Nada ni nadie me la provoca”
Discurso del Papa Pío XI,
mientras apagaba contra la suela de la sandalia una contundente tuca
En
Julio del año 2017 unos cuantos miles de uruguayos y uruguayas saltaron y se
quedaron unos buenos segundos suspendidos en el aire chochos de la alegría. Se
repartieron cachetazos amistosos de felicidad y más de uno descorcho una sidra
de la incontenible emoción que les produjo recibir la noticia. Estaban
festejando otro triunfo de lo que se considera un avance en cuanto a leyes liberales
por parte del gobierno nacional. Uruguay, de tres millones y medio de
habitantes, se convirtió en aquel momento en la primera nación del mundo en
legalizar la venta de marihuana en toda su extensión territorial. Un hecho único
e histórico frente a la gran patraña de prohibir el consumo de una planta
inofensiva. Esto se consiguió superando aún las leyes permisivas de Estados
Unidos donde algunos Estados han obedecido al mismo lema, pero no a nivel
federal.
Prenderse uno en la esquina, y comprarse otro en la farmacia, ya son dos
actividades netamente legales y de esa manera se evita que miles de jóvenes
paguen con multas o con su tiempo detrás de las rejas por quemar e inhalar el
humo de una planta que relaja y abre la mente (en ciertos casos). Aunque toca
aclarar que aquello que legalizaron fue el uso de la marihuana para uso
recreativo y no medicinal.
Con
esta ley se busca socavar el mega negocio clandestino que produce el
narcotráfico hasta el último eslabón de su cadena de distribución. Éste último
eslabón, el pequeño transa, generalmente era el históricamente perseguido por
la ley quedando los peces gordos libres, con sus secretas cuentas millonarias
en bancos de paraísos fiscales o bien lavadito detrás de alguna fachada
comercial. Ahora comprar marihuana ya no requiere una incursión peligrosa,
insegura en cuanto a la calidad del producto y a veces trunca a la villa, sino
que se puede adquirir libremente en las farmacias adheridas al registro
nacional.
Hablar de bancos hoy en día en Uruguay es hablar de una inesperada traba
en cuanto a la telaraña que teje esta nueva ley, ya que estos se retoban ante
las farmacéuticas registradas (que representan un porcentaje ínfimo aún) a
guardarles el dinero en sus depósitos, debido a que no quieren quedar asociados
con los ingresos que se producen con la venta de una planta que es de consumo
ilegal en el resto del mundo. Otro hecho
absurdo, sobre todo cuando uno analiza casos escandalosos como por ejemplo el
de Sani Abasha, el corrupto dictador de Nigeria que tras fallecer pasado de
viagra en una orgía con prostitutas hindúes, descubren en las 38 valijas que su
esposa cargaba en el aeropuerto para emprender un supuesto viaje espiritual,
unos cuantos millones de dólares. Y de esa forma iniciaría una sospechada
investigación acerca del dinero que este hombre había robado a su pueblo
durante sus cinco años de mandato. La suntuosa cifra rondaría en los 4 mil
millones de dólares, producidos entre otras cosas por sobornos recibidos tras
adjudicar contratos a empresas extranjeras y por sobrefacturación de equipos
petroleros. Continuando con la investigación, el Citibank, más media docena de
bancos británicos y suizos, eran quienes guardaban su fortuna sin preguntar
demasiados detalles sobre su procedencia. Y este es tan sólo el nombre de una
lista de gente con cuentas invisibles en el extranjero fabricadas con tesoros
amasados a través de la corrupción, pero claro, de eso las sedes de los bancos
del Uruguay no hablan.
Uruguay es considerado gracias a esta clase de reformas, como un país a
la vanguardia de políticas progresistas a nivel mundial. A comienzos del siglo
pasado ya habían aprobado una ley de divorcio que le permite a las mujeres
separarse de sus parejas pidiendo únicamente un permiso en un juzgado, sin
tanta burocracia y dinero de por medio. Otras leyes son las del aborto libre y
gratuito, aprobado en 2012, y la del matrimonio igualitario.
De
esta forma, el país avanza hacia un sendero al cuál la Iglesia en otros países
donde tiene mayor participación, se abstiene históricamente a transitar, debido
a su obediencia a las leyes morales decretadas hace más de dos mil años en
Medio Oriente. Bien se sabe que su poder lo han obtenido dejando de lado
durante siglos otras leyes por conveniencia institucional. Además del atraso
producido apoyando ideológicamente a Estados que persiguieron, amenazaron y
asesinaron a científicos, artistas, políticos, militantes, libre pensadores y
tantos otras y otros; consensuar guerras, entablar amistad con dictadores, y una interminable lista de actividades que
harían llorar a Cristo de rodillas ya que firman siempre con su inmaculado
nombre.
Debido
a que en Uruguay se ha marginado el poder de la Iglesia al del Estado, no se
festeja Semana santa, sino la Semana de turismo, y a la navidad le dan el
nombre de Día familiar.
10
gramos semanales es la dosis que cada ciudadano registrado en un padrón, puede
obtener en su compra a una farmacia también registrada, y seis plantas son las
que el Estado permite cultivar a cada individuo. A partir de julio del 2017
cada ciudadano puede elegir qué hacer con tal derecho.
Ya
es hora de eliminar el viejo mito de que el cannabis es la puerta de entrada a
otras drogas, ya que experimentar es una libertad que debemos poseer todos y no
una prohibición discriminada por el consenso de unos ancianos de alma que
inventan falsas hipótesis para quedarse con una parte de la tajada. La
marihuana es una planta, la cocaína es el resultado de un proceso brutalmente químico
de otra, y la yerba mate proviene de la hoja de un árbol. Y a no meter todo en
la misma bolsa, que si no se confunden aquellos que jamás probaron de que se
trata cada una y se dejan persuadir por las mentiras de los mismos que dejan
pasar toneladas al país donde aún es prohibido consumir o cultivar algunas de
ellas.
“Empiezan tomando mate, luego fuman marihuana y finalizan muertos en
vida siendo adictos a la cocaína”. Por las barbas del rey Salomón, Gepetto no
creas todo lo que dice Pinocho sin antes observar cómo le crece la nariz.
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