Marginal

Y me sentí un marginal al enterarme que los vínculos sociales de aquellos, que poseían el suficiente poder adquisitivo, estaban funcionando a través de la tecnología electrónica hacía un buen tiempo, con nombres de redes virtuales que jamás había escuchado, ni siquiera indirectamente. Realmente había permanecido abstraído de los juguetes con batería de la sociedad, caminando dentro de ella con esa sensación fantasmagórica de quién no está muerto, pero tampoco vivo. Luego, conversando con ciertos usuarios, me enteró que hasta algunos estaban cazando hologramáticos Pokemónes por la vía pública.

¿Quién atrapa a quién? ¿Qué clase de comunicación es permitida a través de una pantalla?

Tanta gente presionando las yemas de los dedos contra un objeto táctil, pero insensible, que el ejercicio contagia, hasta oxidar las coyunturas del alma. 
Para cada actividad del día y de la noche, el teléfono en la mano más hábil, sustituyendo el golpe de puerta, el timbre eléctrico, la mirada a los ojos, las conversaciones fluidas y el contacto genuino, directo y próximo.
Amanece una nueva jugada de la sociedad de las apariencias, vestida con el disfraz de belleza, de éxito, de cualquiera que uno quiera usar. Una solución de entretenimiento para la carga horaria laboral y acortar las distancias. Una moderna expresión de vanidad y romanticismo de cartón pintado; de sentimientos efímeros y pensamientos pasajeros. Una solución para quienes no pretenden un verdadero compromiso, y disfrutan del amor descartable. Úselo y tírelo, que mañana compra otro.

Queremos saber que estás haciendo en éste preciso instante, 
queremos darte un like, 
queremos dopamina, 
queremos elevar tu autoestima.

La última y más moderna gran red que tejió la araña industrial del progreso, al alcance para quienes tienen o cazan el internet, con aparatos de bolsillo. Con tan sólo un requisito: si tomas una selfie, no olvides poner cara de conejito y usar una excesiva cantidad de maquillaje, que detestamos las caras pálidas y aburridas. Sonrío, luego existo.




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