Saber compartir

   Recuerdo estar en Santa Clotilde, amazonia peruana, conviviendo con gente nativa durante dos semanas, esperando a que llegue mi barco, para continuar rumbo a Ecuador, y rescatarme que ni el más anciano de ellos ni la más joven de las niñas habían conocido en su entera vida a Mario Bros ni a Pac Man. Y lo que sentí no fue precisamente orgullo. 
  Aquella gente cultivaba sus propios alimentos, pescaban en canoas artesanales y me convidaban sus risas y su tiempo. Los niños cazaban aves de forma profesional y nadaban como delfines en el río Napo. Nunca me cobraron por dormir dentro de un hogar en mi hamaca y compartían todo de forma muy natural. Cada día junto a ellos comprendía un poco más mi desmesurada ignorancia...

  Han pasado casi ocho años y ahora me dedico a construir mi hogar en el bosque. No estoy en contra de los pueblos ni de la ciudad, pero siento que algo allí me hace falta. No sólo a mí, sino a la humanidad.

  



No hay comentarios.:

Publicar un comentario