Barcos de papel

Voy a confeccionar un barco de papel
para cruzar el océano atlántico.
¿Me zarpo si te invito a zarpar conmigo?
Llevaremos dos mil paquetes
de galletitas óreo 
para mojarlas en leche
o en semen,
y nos cubriremos del sol 
sólo con nuestra piel.

Haremos escala en una isla encantada
y cuando nos agotemos de participar 
en tantas orgías con sirenas promiscuas
y estemos hartos de beber ron de piratas,
llegaremos finalmente a Miami
para prenderle fuego la casa
a Susana Gimenez
con un bidón de nafta.

Después te lamería las orejas en las escalinatas del Capitolio de Manhattan
a plena luz del día,
masticaríamos chicle en Singapur,
caminaríamos de la mano por las callejuelas de El Cairo,
tendría un amante negro y dientón en Senegal,
lloraría mis angustias en la cama de Frida Kalho,
me tiraría un pedo en un subte japonés en plena hora pico,
y reforestaríamos juntos la tierra devastada de Madagascar.

Le pegaría almanaques imantados de años pasados
a los metales de la Torre Eiffel.
Le prendería fuego la antorcha de cemento a la Estatua de la Libertad,
armaría una pileta pelopincho en la cabeza de la Esfinge,
le pintaría una piola visera a la Mona Lisa de Leonardo da Vinci.
Saquearía todo el oro del Vaticano y lo arrojaría al mar.

Todo eso haría,
si te animas a enseñarme a hacer
un mísero barquito de papel
con una hoja de diario.

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